Cuiroso este duelo sobre ruedas que han montado ateos y creyentes en las calles de Barcelona y otras ciudades. Más que el fondo del asunto -existe o no Dios-, me interesa el medio.
Por una vez los costados de las guaguas de transporte urbano no sirven para anunciar detergentes o refrescos. Ahora son vehículo de la metafísica, como si la existencia o no de Dios dependiera también del marketing.
Dios y el marketing
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Cuinpar
Ay, ojalá, Angelita, ojalá… Ya me gustaría que un anuncio me hiciera creer, que tiene que ser chachi, ¿no?. ¡Quiero tener fe!
(fuerte arranque de sinceridad mística, madre mía, parezco San Manuel Bueno)