El otro día mencioné una reunión que había organizado con las cuatro mejores amigas de mi hija pequeña. Ente las doce de la mañana y casi las nueve de la noche estuve entregada a la fiesta. Así la llamó mi hija, que tiene ocho años.
Fueron llegando al lugar de la cita con sus padres. Resueltas, con sus mochilas al hombro, su bikini puesto y su toallita bien doblada en el macuto. Era una ocasión especial para ellas y también para mí.
Habíamos quedado en una piscina, así que se dieron un baño, jugaron al escondite y se prestaron la toalla. Después fuimos a casa y se dieron una ducha de dos en dos. Entonces les serví la comida. Habían acordado que comerían pizza, pero dos de ellas optaron por un huevo frito. Y las oí hablar.
-¿Cuántas veces tienen que comer puré? Yo una vez al día como mínimo. O por la mañana o por la noche…, explicó la más pizpireta.
-Mi abuela es buenísima, en su casa nunca hay que acabarse la comida…, presumió otra.
-Qué suerte tener una hermana mayor. Yo tengo que bañar todos los días a mi hermana pequeña …. bueno ayudar a mi padre a bañarla, dijo una tercera.
-¿Cuántas zapatillas tienes tú? Yo las tengo en rosa, rojo y amarillo, agregó la más presumida.
Escuché algunas frases sin querer. No quería interferir, así que me limité a organizarles un poco las actividades. Después de comer, les puse una película. Todas quería ver Matilda. Las cinco cabían sentaditas en un solo sofá.
Después fuimos a un supermercado a comprar helados. Yo iba a coger una botellita de agua para cada una, pero una de ellas dijo que no hacía falta, que con dos era suficiente. Otra advirtió que tenía una llaga en la boca y con gran solemnidad declaró que no iba a pegar la boca al envase cuando le tocara beber.
A continuación, fuimos a un parque cercano y allí gastaron casi dos horas entre el remo, el escondite y otros cachivaches. Se acababa el día y empezaron a venir los padres a recoger a las niñas. Mi hija estaba orgullosísima de haber sido la promotora de una reunión histórica.
Este lunes mi hija pequeña contó que sus amigas le habían dicho en el colegio que la fiesta había sido divertidísima y acto seguido recriminó a su hermana mayor por no haberse ido antes de la reunión: «¡No pudimos hablar de nuestras cosas!»
Me gustaría iniciar una colección de anécdotas infantiles, ¿tienes alguna?
(LCosgrove/Morguefile)
Ernesto
Pues cuenta mi hermana que hace ya algún tiempo fue a la pescadería con mi sobrinita, que por aquel entonces no llegaría a los seis años, y al ver el mostrador, esta rompió a llorar desconsoladamente ante el asombro de mi hermana y el resto de los presentes. Después de calmarla, la peque le explicó el motivo del tremendo llanto entre hipidos: «¡Es Nemo! ¡Está muerto! ¡Y sus amigos también! Buaaaaaaa……». La risa fue general, por supuesto….
Cuinpar
¿¿Cinco?? ¿¿A la vez?? ¿¿Durante todo el día?? ¡¡Muchacha!!
Me gusta la idea del anecdotario infantil, me voy a poner pensar y te mando un par, vale? Como una de mi hermano, que pensaba que a los bebés los dedos les salían uno a uno, como los dientes 🙂
Un abrazo,
Ángeles Arencibia
Ernesto, me troncho.
Ángeles Arencibia
Cuinpar: La de los dedos es muy buena. Piensa, piensa…
Mónica
Hay que ver el punto de vista de los pequeños y cómo vemos los mayores sus preocupaciones. Me ha hecho mucha gracia la historia pero, sobre todo, he sentido ternura. ¿Será cosa de las madres?
Ángeles Arencibia
Yo creo que sí que hay mucho de cosa de madre.
Cira
Mi hija tiene 6 añitos y está enganchada a la lectura, hace poco, leia sentada en el salón y a la vez tenía la tele puesta en un canal infantil. Al «atrevido» de su padre no se le ocurre otra que pillar el mando y cambiar el canal, y entonces oigo la siguiente conversación: ella: ¿Qué haces?, el: Cambiar la tele que tu estás leyendo, ella: Es que yo soy como mami, puedo hacer dos cosas a la vez.
Lo dicho, una mujer en pequeño.
Ángeles Arencibia
Cira: Soy como tu hija, también leo y veo la tele a la vez. Qué bueno que le guste leer, le dará muchas satisfacciones. Saludos.
Cira
Pues ahí, con lo bien que escribes y el placer que es leerte, podrías tener tema, ¿hasta dónde llega la influencia de los padres o incluso de los abuelos en los hábitos de los hijos? Lo digo porque en nuestro caso, a mi hija tenía que gustarle leer si o sí, más que nada porque en casa, figuras no hay muchas, pero libros a punta pala. Así que desde que nació está rodeada y ya desesperaba por aprender a leer. Ahora cuando hacemos la compra en el hiper, su pregunta es ¿miramos los libros ahora o cuando compremos? Saludos y sigue escribiendo, que a tu blog si que estoy yo enganchada.
Ángeles Arencibia
Vaya Cira, me das una alegría. A mí también me gusta que comentes. Y a tu hija habrá que irle sacando el carné de la biblioteca, si no lo tiene ya. Lo digo más que nada por ahorrar espacio en casa. Saludos.
maria esther ramirez guardado
fijate que mi hija pequeña, sofia le dijo a su tia oye tia no crees que vas a quedar muy gorda despues de tener al bebe, no le dijo ella fijate que se me va a quitar la panza, mmmmm respondio mi niña hay tia dandome un fuerte abrazo al mismo tiempo, que no vez a mi mama tuvo a mi hermano y a mi y mira casi no la abarco, a esta pequeña los siete años de su vida han sido maravillosos, saludos y gracis por el espacio.