Recuerdo perfectamente el saludo que la entonces ministra de Sanidad Ana Pastor le tributó a Marcos Gómez Sancho con motivo de una visita de aquella la isla. A veces un gesto nos enseña más que un discurso y aquel saludo me situó al personaje en el panorama médico nacional.
Gómez Sancho era ya toda una eminencia en la época del gobierno Aznar. Años más tarde, desgraciadamente, pude comprobar en carne tan cercana que casi era propia la extraordinaria bondad de su programa: los cuidados paliativos, la importancia de ayudar al bien morir.
En otra ocasión y con motivo de la muerte de Antonia Anguita Vila, pionera de la lucha contra el cáncer en Gran Canaria con la que colaboró de manera estrecha, Gómez me habló de los tiempos en los que se hacía muy poco para mitigar el sufrimiento de los que agonizaban.
Gómez Sancho hizo escuela y exportó su idea. Son incontables las personas que han tenido una muerte mejor en las islas, en la península y en otros países gracias al programa del médico canario.
Incontables también las familias que, como la mía, recuerdan la muerte de un ser querido con paz y no como una pesadilla de dolor.
Y todo gracias a este médico que ahora jubilan -como él mismo dice de una forma «humillante y vergonzante»-, sin que en todos estos años no haya habido un gobierno que haya sabido mirar más allá de las próximas elecciones para apoyar al profesor y garantizar que su escuela perviva.
(Aquí el pdf del reportaje que publiqué en su momento con motivo del fallecimiento de Antonia Anguita, una mujer extraordinaria) antonia.pdf
(En la foto de J. Pérez Curbelo, el doctor Marcos Gómez Sancho este lunes)
Desperdiciamos, tiramos
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angel sarmiento
gracias doctor