Este sábado fui a ver una función de ballet con mis hijas y una de sus amigas. Como llegamos con bastante antelación, nos sentamos en la cafetería del teatro a tomar un tentempié. Acabamos y decidimos que aún nos daba tiempo de hacer otra cosa antes de que abriera la sala. Como soy muy impaciente, no esperé a que viniera el camarero para pagar y fuí a su encuentro para hacerlo cuanto antes.
Él estaba en la barra cargando su bandeja con otro pedido. Le dije lo que quería y él me respondió: «17».
Terminó de completar su bandeja y se marchó en dirección a la terraza. Yo me quedé mirando a los tres camareros que esperaban tras la barra. Los tres estaban con los brazos caídos a la espera de trabajo, pues era un momento de tranquilidad.
Ellos me miraban y yo les miraba. Y, como tardaban, reiteré: «Me hacen la cuenta, por favor».
Uno de ellos, el que estaba más cerca de la máquina registradora, me contestó con una sonrisa: «17».
Yo le respondí: «sí, la 17».
Y así estuvimos unos minutos. Yo, con prisa, pero tranquila, pues la sonrisa del camarero impedía cualquier asomo de enfado por mi parte, pero el hecho es que no me hacía la cuenta de la «17» y ninguno de los tres hombres que estaban tras la barra estaba haciendo nada en absoluto.
Al cabo de unos instantes, volví a insistir: «La mía es la 17, me haces la cuenta».
Y él, todo sonrisas, contestó de nuevo: «17»
Así estuvimos quizás diez minutos. Yo decía «17» y él respondía «17». No caí hasta el cuarto o quinto «17». ¡17 era la cantidad que debía pagar!
Cuando lo entendí, me entró un ataque de risa, pagué y salí de allí bastante más divertida que avergonzada. El camarero, sin embargo, mantuvo la compostura hasta el final. Todo un profesional.
Diálogo entre besuga y camarero
Publicado en: en primera persona
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ELIA
Muy bien denominada Besuga ……..¿estabas un tanto espesa?con lo listiña que me eres tu …………
Asi como fui leyendo estaba claro que eran 17 euritos , mi niña .
En fin , gracias al detalle echaste unas risas , no hay cosa mejor que reirse de uno mismo.
Besos , hermosa.
Ángeles Arencibia
Fite tu.
Esther
Bueno, algo de mala baba tenía el camarero, ¿no? Tampoco le costaba añadir la palabra «euros» después del «17» 😉
Ángeles Arencibia
No, yo creo que le pasó lo mismo que a mí. Que no caía en que yo no estaba cayendo.