Siempre me ha gustado el dialecto marinero. A veces por el significado y otras por el significante, que diría mi profesora de lengua. Obenque me suena de maravilla, y no por lo que significa -que también-, si no sobre todo por cómo suena.
¿Qué le vamos a hacer? Cada uno tiene sus manías. Yo tengo varias: una de ellas, además del gusto por la jerga marinera, es la de inventar comparaciones y símiles casi constantemente. Me imagino la vida en constante comparación con algo.
El otro día, sin ir más lejos, bajaba en bicicleta una cuesta que, previamente, me había costado mucho esfuerzo subir. Pero bajar, la bajé en un pis pás.
Mientras me deslizaba cuesta abajo me surgió la inevitable comparación: Eran tan fácil bajar como ¡comerse unas croquetas! Sí, pensé en las croquetas, en lo que cuesta hacerlas -las caseras-, en lo que me gustan y en la rápido que desaparecen de la fuente.
Y volviendo al principio: la ciudad un domingo por la mañana es como una encalmada en el mar, una encalmada urbana de calles vacías y apenas algún peatón en busca del pan y del periódico.
Pero llega el lunes y arrecia el temporal. Subimos hasta el viernes con mucho esfuerzo y a veces también el sábado es parte de la cuesta .
Después, el domingo es como una croqueta, que se come de un bocado.
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Encalmadas urbanas
Publicado en: en primera persona
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UN
¡Magnífico artículo!
La comparación de la elaboración de la croqueta con la bajada en bici,….¡soberbia!Me ha entrado la risa leyéndolo.
Casualidades marineras de la vida, hoy estuve buscando en el diccionario la palabra bolinear. Recuerdo ir con mi padre al Túnel de La Laja a ver las pegas de botes y escuchar a algún aficionado diciendo, «mira, aquel bote viene boliniando»
Saludos
Ángeles Arencibia
Gracias Un, eres un puntal.