Ha muerto Enrique Pérez Montesdeoca, periodista. Tenía 56 años y trabajó durante buena parte de su vida profesional en el gabinete de prensa de la Presidencia del Gobierno de Canarias en Las Palmas de Gran Canaria.
Allí lo conocí yo. Los periodistas que trabajamos en los medios tenemos mucha relación con colegas que hacen lo propio en gabinetes de prensa. Su trabajo es lanzar mensajes, mediar, facilitar, servir de puente entre la institución para la que trabajan y los medios de comunicación, nosotros. No son el único camino para conseguir información, pero sí uno importante.
Con Enrique tuve unos años de frecuente relación profesional. Cortas conversaciones telefónicas o algún rato de espera en el despacho que compartía por entonces con sus compañeras Olivia y Fátima. Y siempre fue el mismo: un tipo con buen humor.
Nuestra relación nunca fue más allá, pero tampoco más acá. Era un tipo afable, un coñón con el que daba gusto hablar, aunque el tema de la conversación fueran el más aburrido decreto gubernamental o la más anodina y absurda comisión política. Todo tenía miga, todo tenía chiste.
Recordarlo ahora que ha muerto me hace pensar en la importancia del buen humor, porque hay mucho sieso al otro lado del teléfono, mucho personaje gris, mucho agorero cargado de nubarrones.
Enrique era todo lo contrario: hablar con él siempre fue un placer.
Enrique o la importancia del buen humor
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antonieta patateta
Debió de ser un buen tipo, siento que se haya ido, cada vez hay menos buenos tipos.