Maldita la gracia

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He estado unos días desenchufada. No porque mis ocupaciones me impidieran asomarme a este su blog -como nos pasa a muchos, siempre estoy ocupada-, ha sido más bien un estado de atonía existencial lo que me ha impedido terminar los dos post que inicié estos días.
En los dos casos -¿o son tres?- me he quedado a medias. No he sido capaz de rematar las ideas, los argumentos se convirtieron en montañas y como en el mito de Sísifo, la piedra que empujaba volvía a rodar montaña abajo sin remedio.
Como la pescadilla que se muerde la cola -un plato que, por cierto, solían ponernos en el colegio mayor, acontecimiento que era recibido con espontáneas desbandadas en dirección a los sandwich mixtos de la cafetería-, como la pescadilla, digo, daba vueltas en mi propia desgana y no fui capaz de salir del círculo vicioso de la postración.
Esta mañana decidí que ya estaba bien y me fui a releer los textos que había dejado a medias. Uno de ellos decía así:
Leo en elmundo.es Delincuentes comunes ‘hacen la compra’ para las amas de casa de Palma.
La idea de amas de casa vestida con bata de guata y zapatillas con calcetines hasta el tobillo haciendo tratos con chorizos ataviados como los golfos apandadores del tío Gilito parece hasta graciosa. Parece cosa de la posguerra, de cuando las mujeres se pintaban la raya en la parte posterior de las piernas para simular que llevaban medias Cuando la necesidad aprieta, uno se busca la vida como puede.

Iba a continuarlo, cuando me cai en la cuenta de que no tenía ninguna gracia. La delincuencia no la tiene y la muerte este fin de semana de Iván Robaina es un hecho terrible. Que no tiene maldita la gracia.
Un grupo de desalmados ha puesto fin a la vida de un muchacho, a su ilusiones, sus planes, a su talento,. Con él se van también ilusiones de sus padres, de sus amigos, de la gente que le quería. En su casa queda instalada la pena y a todos los demás nos queda la frustración de no saber qué hacer para que esto no vuelva a suceder.

  1. guachimín
    | Responder

    A saber cuantos días llevaba difunta la pescadilla en la despensa de sor pino, a juzgar por la desbandada. En Madrid el pescado puede ser cojonudo, pero también asqueroso. me imagino que en los colegio mayores abundarían mas ejemplares de esto último.

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