Esta mañana en clase de pilates me he dado cuenta de que las abuelas tienen cuádriceps. Podrás pensar que es una perogrullada, pero a mí me ha parecido todo un descubrimiento.
De repente, mientras intentaban emular a la profesora, me fijé en una de mis compañeras de clase y me di cuenta de que ella, a pesar de su edad algo avanzada, también tenía cuádriceps, que era el músculo que tratábamos de estirar en ese momento con no poco sacrificio.
Fue como una iluminación y no porque desconociera que las mujeres han dispuesto de cuádriceps desde los tiempos de Eva, sino porque hasta entonces no lo relacionaba. No asociaba la idea mujer-madura con término tan gimnástico.
Pero ésta no fue la única revelación que tuve hoy. Pocos minutos después del episodio muscular, me encontraba en el interior de una de las cabinas del vestuario del gimnasio. Estaba concentrada en la tarea de no perder el equilibrio al desvestirme, pero no pude evitar oír una conversación entre mujeres -también maduras- sobre el discurso de Obama.. No es que hubieran oído hablar de él, es que lo habían leído y lo analizaban.
Me fui mascullando para mis adentros sobre ambos acontecimientos, cuando, al llegar a la rotonda de Belén María, tuve que ceder el paso a una furgoneta de carga. El intérés, en este caso, estaba en la persona que conducía el vehículo: una mujer con edad para ser abuela que iba con ambas manos al volante, cara de fijeza y un pitillo humeante entre los labios.
Seguí mi camino y al llegar al periódico para iniciar la jornada me di cuenta de lo mucho que me había cundido ya la mañana. En poco menos de dos horas había eliminado tres topicazos:las abuelas no tienen músculos, las abuelas no saben de política y las abuelas ni fuman ni conducen.
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