Mañanitas de domingo

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Hay tres formas de pasar una mañana de domingo: durmiendo, trabajando o ejerciendo de dominguero. El primer caso no tiene interés para esta historia. O le gusta a uno dormir o tiene resaca. El tercero, tampoco. El que me ocupa hoy es el segundo caso, el dominguero, una palabra que encierra un variopinto abanico de posibilidades.


DSC03668_t.JPG¿Qué es un dominguero? Un señor o señora que usa el domingo, pero no en cualquier sentido, tiene que haber algo de caspilla. Para ser un buen dominguero hay que carecer de sentido del ridículo y saltarse algunas convenciones. Ese chandal de color amarillo canario con ribetes rosa pálido que no te pondrías para ninguna otra cosa, te lo pones el domingo por la mañana. Esa rueda de churros grasientos que ni olerías un martes, te la comes el domingo por la mañana y, encima, se la llevas a tus hijos para desayunar. ¡Niños, papá ha traído churros! Anuncias a tu prole con la baba caída, emocionada por la proeza de tu cónyuge. Es domingo.
Esa carretera llena de curvas y de coches que no tomarías así se cayera el mundo, la coges el domingo por la mañana, como otras tantas cosas que no harías ni muerta cualquier otro día de la semana. Porque es domingo por la mañana, un día en el que la vida está en stand by, como la televisión cuando se queda como medio somnolienta; apagada, pero con una lucecita que brilla y que indica que sigue ahí.
Es domingo por la mañana y te sientes dueña del mundo. Te echas a caminar disfrazada de otra persona que no eres tú, es alguien más jovial, más atlético, más feliz; o vistes a tus hijos de domingo y vas a tomar el aperitivo, o al parque a ver un espectáculo de marionetas tan ad hoc para una mañana de domingo que hasta parece que le han puesto hilo musical a la calle.
Si vas a la playa, te echas a jugar a la pelota con los niños, y a lo mejor te rompes algo o dejas el bofe en la arena, pero es mañana de domingo y la vida te sonríe, resplandece el sol aunque esté nublado y no tienes más que sonrisas para ese señor calvo que conoces de algo, y que te saluda desde unos inverosímiles pantalones pirata.
¿Son tus hijos? ¡Qué guapos!, le dices. Y a lo mejor no son tan guapos, pero es mañana de domingo y todo el mundo tiene derecho a ser guapo una vez a la semana. Estás de tan buen humor…
Y llega la hora de la comida y la disfrutas, a veces tanto que te pones enferma, pero como es domingo, pues comes. Después empieza la tarde y la ilusión comienza a desvanecerse. Y te da el agobio, y mandas a los niños a bañarse a las seis, para que cenen a las siete y a tí te queden aún un par de horas para disfrutar del domingo, antes de que te de la angustia verdadera, la que antecede a la mañana del lunes.
(La foto se llama Sunday morning cyclists on the North Somersetshire moorland y es deJusben and MorgueFile)

5 Comentarios

  1. Cuinpar
    | Responder

    Como la vida misma… Yo no tengo hijos ni nada, pero los domingos me convierto en una lagunera de pro: desayuno con los amigos en la churroteca, paseíto a la recova a comprar flores, verdura y tal, luego aperitivo con los amigos que sí tienen descendencia en San Agustín, comida donde se tercie y por la tarde… tacháaaaaaan!!! El domingazo!!! un hueco en el estómago y un no saber qué hacer con la vida (es el momento perfecto para ponerse a doblar calcetines, desgranar judías o cosas así). Creo que nos pasa a todos…
    Brillante, tu descripción. 🙂
    Un abrazo solidario 😉

  2. alicia
    | Responder

    Mucha razón tienes.
    ¡¡Qué bonito el domingo!! Para mi el día ideal para hacer las cosas con gusto y a cámara lenta. Desayunas casi a la hora de la comida y oyendo musiquita te pones a hacer manualidades (este domingo tocó hacer un pico de pájaro y una cola con plumas para mi hija)o cualquier otra actividad de lo más absurda pero que haces con alegría.
    Es el día para comer fuera al sol, toda la familia a ser posible, pero también es el día que parece que dura menos y de repente yo también quiero que se duchen y cenen y se acuesten para disfrutar lo poco que queda del domingo…

  3. Manolo M.
    | Responder

    Simplemente me encanta. Genial la descripción del domingo. Felicidades por tu blog. Aquí se puede respirar al leer.

  4. Bordiu
    | Responder

    Totalmente de acuerdo, pero sólo con un matiz…traslademos lo dicho a la mañana del sábado, cuando el lunes es sólo una amenaza difusa y lejana. ¿Y qué me dices de ver un concierto -o cualquier otro espectáculo que te motive- el viernes por la noche?

  5. Ángeles Arencibia
    | Responder

    Bordiu: Lo de las noches de los viernes son otros López; tienes casi una eternidad por delante.
    Manolo M.: refrescantes son comentarios como este tuyo.

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