Hace unos días que he abierto casa en Facebook, ese lugar tan de moda. Antes de que una viejííííííísima amiga reapareciera en la pantalla de mi ordenador y practicamente me empujara a entrar, estaba convencida de que la famosa red social no era para mí.
Yo me decía: a los amigos los llamo por teléfono o los trato en persona, jamás me relacionaré con ellos a través de una prefabricada página web. Ni siquiera tenía confianza en el email hasta hace relativamente poco.
Entré en Facebook.
Al principio, las circunstancias reforzaron mi convicción de que, desde luego, aquello no era para mí. Me refiero a que olvidé varias veces la contraseña. Yo creo que estaban tan convencida de que no era para mí, que evité anotarlas a propósito o quizás puse especial cuidado en no retenerlas en la memoria. Mi subconsciente debió creer que no valía la pena; total para lo que las iba a usar.
Pero Facebook no necesita que estés dentro. Basta con tener un buzón de correo. Allí recibirás invitaciones de personas más o menos conocidas -puede que incluso de algún ser querido-, que te preguntan ¡si quieres ser su amigo! Es como cuando éramos niñas y nos decíamos: te ajunto o no te ajunto. El no te ajunto significaba que una amistad se rompía y el te ajunto, que se restauraba o empezaba.
Ahora recibes en el correo el mensaje de un señor o de una señora de cuarenta y tantos años que te pregunta si quieres ser su amigo y, a lo mejor, lo acabas de ver en la parada donde tus hijos y los suyos cogen la guagua del colegio, pero entonces no te ha dicho si quieres ser su amigo, no, porque, en realidad, no le interesa, al menos en el mundo real. En éste le da corte pero en el otro expone fotos de su vida privada a la vista de los demás y bromea y habla casi de todo, protegido por la sensación de intimidad que proporciona el tú a tú con su ordenador personal.
Pero hay algunas cositas que me van gustando. Por ejemplo, esas tres o cuatro amigas del colegio que he recuperado después de casi un milenio. Las dejé de ver en la primera capa de la cebolla de nuestras vidas y ahora ya andamos todas a medio camino del corazón del bulbo. Nos hemos encontrado en un nuevo patio rojo, que ahora es virtual, y esperamos que lleguen algunas más.
(La foto es de Morguefile)
No era para mí
Publicado en: en primera persona
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Sergio (Avatareño Mayor)
jajjaajjaa… pues espera a que empieces a recibir solicitudes de amistad de políticos de todos los colores, y peticiones de hacerte fan de sus partidos, y que te inviten a averiguar qué heroína eres, o ….. tantas chorradas….
Al final, como casi todo en la vida, depende del uso que le demos… es una herramienta más de comunicación, no la panacea para relacionarse personalmente. Para eso, nada como el cara a cara.
ELIA
Pues mi patio era gris , no porque fuera triste sino porque estaba pintado de gris y asi lo llamabamos y nos llamaban por un altavoz cuando nos venian a recoger : fulanita de tal , la esperan en el patio gris ……..
A mi el Facebook tampoco me dice nada y coincidiendo contigo creo que no es para mi ……
No se , a lo mejor algun dia me engancho pero de momento no.
Ángeles Arencibia
Sergio, si me aparece un político, me asusto.
Ángeles Arencibia
Elia, en el Facebook no se pueden dar achuchones…
Sergio (Avatareño Mayor)
Si quieres, te envío sugerencias de los 10/15 que me han enviado la solicitud.. jajajajjaja
Esther
¿Cómo que no se pueden dar achuchones? ¡¡¡Claro que se puede!!!! ¡¡¡Achuchones virtuales!!! 😀
Loreto
Absurda y vacua competición por ver quién acumula más «amigos» y exhibicionismo bochornoso. Tendrá cosas buenas, pero no se las encuentro.
Viva el anonimato, también en la red. A mis amigos prefiero mirarles a los ojos.
Salud y alegría!
Ángeles Arencibia
Esther, no es lo mismo.
Cuinpar
¡Ja! ¡Usted también cayó!
(Voy rauda y veloz a pedirle que sea mi amiguita)
Sergio y yo nos lo pasamos muy bien en ese patio de recreo, ¿verdad, amigo?
Sergio (Avatareño Mayor)
Cuinpar…. cierto, cierto…