Si la verdadera patria es la infancia, reencontrarse con las personas que compusieron tu primer concepto del mundo es como el regreso del emigrante.
Acabo de vivir un reencuentro con algunas de los protagonistas de la mía, de cuando el planeta llegaba sólo hasta la casa de tus primos y la felicidad era una tarde de playa.
¿Te acuerdas de… ? Y así nos hemos pasado el día, hablando de lo que fuimos y de los que ya no están, de cuánto nos parecemos a pesar de que hace mil años que no nos vemos y de lo mucho que nos acordamos de aquel cuadro de la casa de la abuela o de las cenas que nos daba tu madre.
Estaba muy a gusto, entre el mojo rojo y el verde, cuando uno de mis primos me ha redondeado el día regalándome una frase, que es una de las cosas que más aprecio.
Hablábamos de nuestra infancia, de sus hermanos, de los míos, de nuestros padres, que eran hermanos, y de si yo había visto una foto del año 36 en la que estaba el abuelo … cuando, sin advertencia ninguna, me dijo: «Yo soy una esponja y el día que me expriman saldrá toda la felicidad».
Escuché la frase y se la pedí de inmediato. Él me la cedió sin dudarlo, porque es un hombre desprendido y aquí la he puesto, para presumir de él y de nosotros.
Felicidades como limones
Publicado en: en primera persona
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