El diputado comunista por Las Palmas Eduardo Suárez Morales y el delegado gubernativo para el norte de Gran Canaria, el farmacéutico Fernando Egea Ramírez, murieron fusilados el 6 de agosto de 1936 en el cuartel de La Isleta, tras ser declarados culplables de un delito de rebelión militar por las fuerzas que acababan de dar -ellas sí- un golpe de Estado.
Suárez y Egea lideraron el único intento serio de resistencia al levantamiento militar registrado en Gran Canaria, según expresión del historiador Sergio Millares para el prólogo de la biografia que escribió Isabel Suárez Méndez, nieta de Eduardo, en 2008 («Eduardo Suárez Morales en el recuerdo. Una memoria recobrada»)
Mónica Lleó, maestra de ceremonias.
La resistencia duró dos días y ellos fueron apresados junto a la mujer de Fernando en una cueva de la costa donde se había escondido tras perder toda esperanza. Fueron juzgados y ajusticiados, y sus viudas obligadas a hacer su vida en el exilio con los hijos que en un caso eran muy pequeños y en el otro estaba por nacer.
Este sábado 5 de agosto de 2018, víspera del 74 aniversario del fusilamiento, el parque San Telmo de la capital grancanaria acogió un homenaje organizado por el PCPC, en el que se cantaron canciones y se dijeron discursos. La actriz Mónica Lleó, en el papel de maestra de ceremonias – con vestido de bandera republicana ad hoc-, leyó una texto remitido por Esther Ortega, secretaria insular de CCOO-Gran Canaria, en la que la dirigente sindical subrayaba el hecho de que ningún Gobierno de Canarias ha organizado aún un acto de homenaje a Suárez y Egea, quiénes -esto lo añado yo- en otro país serían héroes. (El diputado tiene una plaza en Las Canterasdesde diciembre de 2017, por decisión municipal).
Estuve el sábado en San Telmo. Se trata de un homenaje anual que organizan partidos y colectivos de izquierda, y no las instituciones. El acto, tan de andar por casa pese a la relevancia de los hechos, es una muestra de cómo van las cosas en este terreno de la memoria, donde no se acaba de dejar claras las cosas. Suárez y Egea no deben ser vistos solo como patrimonio de la izquierda, deben serlo de todos los demócratas. De eso se trata, en mi opinión.
Pino Sosa, presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de Arucas, fue invitada a intervenir.
Frente a una corriente alentada desde cierta derecha que sostiene que es demasiado tarde para dejar sentados los hechos o niega directamente que haya que cambiar el relato, surgen iniciativas alentadoras también a nivel regional como la ley canaria de la memoria histórica en trámite en el Parlamento de Canarias desde febrero de este año.
Sabemos que la Cámara canaria no es ágil, pero tal vez pueda ser efectiva.
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