Distancias insalvables

Viajé a India hace ya algunos años y recuerdo que al salir del avión pensé que me habían llevado a otra época y no a otro país. Como si en lugar de tomar un vuelo de las líneas kuwaitíes hubiera subido al DeLorean del Regreso al futuro. Hay metros más largos que otros y kilómetros que son como planetas enteros.
Este lunes, en el Paraninfo de la ULPGC el rector dijo que vivimos «un punto de ruptura histórica» y habló del reto de «cambiar el mundo». Regidor se dirigía a los mejores estudiantes de la ULPGC del curso pasado. A la mayor parte de los 65 alumnos (no todos asistieron) que sacaron las mejores notas entre los 3.775 que acabaron sus estudios en la universidad grancanaria el curso pasado. Allí estaban los primus inter pares, la creme de la creme del alumnado isleño del curso pasado.
Pensé en India y en las distancias que a veces son tan relativas mientras asistía a un acto académico en el que podía distinguir en el patio de butacas a alguno de nuestros ilustres científicos -como el catedrático Antonio Fernández, una autoridad internacional en anatomía patológica de cetáceos-, y en el que se premiaba la excelencia académica.

Me acordé de India y del DeLorean porque hay que ver cómo en una isla tan chica se puede coger una guagua y en menos de dos paradas pasar de la excelencia académica y la ruptura histórica al más absoluto fracaso, a barrios que, en vez de avanzar, atrasan como los relojes en octubre. Y pensé que los unos no pueden seguir adelante sin los otros.

(Este artículo lo publiqué este martes en la columna que tengo los martes en el periódico y que se llama, muy originalmente, A tres columnas. La foto del Paraninfo es de Gerardo Montesdeoca)