Con diminutos acebuches, almácigos y sabinas pusimos en marcha el domingo 5 de mayo de 2019 «El bosque de Angélica», un lugar con promesa de futuro que recordará para siempre a nuestra amiga Chiqui Castellano Suárez.

El bosque de Angélica está en un punto extraordinario de Gran Canaria, tanto que tiene hasta balcón a Tenerife.
Así, a la derecha de nuestra plantación la vista es un triángulo de mar encajado en el perfil de dos montañas. La Punta de Anaga flota sobre este retal azul, tan ligera que pienso en la ilustración de un cuento de hadas.
Si el día está claro, como ocurrió el domingo, Tenerife está muy a mano. Yo juraría que se distinguían los colores de la ropa que colgaba en las azoteas de Santa Cruz.

Eso a la derecha, hacia el mar; pero si miras de frente, dando la espalda a la ladera donde plantamos el bosque de nuestra amiga, lo que asoma allá arriba es el risco de Faneque, que tiene fama de ser el más alto de Europa gracias a sus 1.027 metros del ala. Un poco más a la izquierda, en el fondo de saco de este barranco precioso, está Tamadaba, imponente.
Todo esto se llama Guayedra, un paraje preñado de historia aborigen que hoy resplandece con un gusto casi paranormal gracias al abogado canario Normando Moreno, que ha empeñado aquí buena parte de sus sueños de infancia.

El bosque de nuestra amiga Chiqui está en el kilómetro 5 de la carretera que va a La Aldea desde Agaete, a mano izquierda del barranco en una curva que se empenica después y por la que suben los ciclistas.
Dejamos los arbolitos plantados, protegidos y con su poquito de agua un poco más arriba de la entrada del restaurante Los Almácigos (que cito por recomendable), que forma parte de este insólito -por exquisito- proyecto turístico, etnográfico y ecológico.
El lugar de Chiqui no podría estar mejor situado. La recuerdo fascinada con la historia arqueológica que atesora El Museo Canario, institución que dirigió hasta su muerte repentina este 7 de marzo. Guayedra fue uno de sus lugares en el mundo por su belleza natural (ese contraste de mar y tierra, abrupto como pasa con los colores de la nocilla), y, desde luego, por su historia: aquí estuvo el Redondo de Guayedra.
Redondo es un término del derecho castellano antiguo que describe un territorio que goza de jurisdicción propia.

Según explica el abogado, el acuerdo para dejar este paraje al margen del dominio castellano (una suerte de reserva que dirían en el Far West), lo cerró el caudillo Tenesor Semidán (conocido después como Fernando Guanarteme) con los Reyes Católicos en 1483. El pacto se documentó en 1485 y en 1496, con la muerte de Fernando Guanarteme, comienza un proceso que termina con la privatización de la finca. Echando mano de una licencia poética podríamos decir que -técnicamente- este lugar sigue siendo un redondo, es decir, independiente.
Ahora, junto al mar, hay casas antiguas rehabilitadas para turismo rural -apenas un puñado-, una piscina, un jardín de plantas endémicas, un faisán con muy malas pulgas, miradores al mar y otras delicias que son como el tuétano de lo que es Gran Canaria o lo que fue o lo que debería haber sido.

Nuestra amiga Chiqui, que tanto soñó aquí, queda unida para siempre a la historia del Redondo de Guayedra, a la de Tenesor Semidán y a la de la sabia Abenchara; a la de un moral centenario que creían muerto pero el muy testarudo rebrota; a los cuentos, a las leyendas, al arrullo de los teniques en la orilla y a estas noches estrelladas, aquí mucho más que en otros sitios.
El escritor Santiago Gil, pareja de Chiqui Castellano, es el autor del feliz título de nuestra plantación. También de la idea en sí y del entusiasmo que nos llevó a pasar un día memorable.
En 1994 Normando Moreno compró 40.000 metros cuadrados en la playa a unos extranjeros. Poco a poco ha ido adquiriendo más terreno. En la actualidad la finca llega hasta Tamadaba y ocupa 5.800 hectáreas. Una de las principales tareas que se realizan es la reforestación.
Las 13 palmeras que encontró en la costa son hoy 260. Olivos, acebuches, dragos, cardones, higueras ... en total unos 4.000 árboles, y la transformación para bien de un lugar donde había vertederos ilegales, chabolas y pozos negros.
Para saber más sobre la finca de Guayedra puede consultarse la página web www.redondodeguayedra.com
Pie de la foto principal: el gerente del Redondo de Guayedra, Fernando Navarro (con gorra, a la dereha) explica al grupo cómo deben plantarse los arbolitos. El primero por la izquierda es Santiago Gil.
Nacho
Gracias Ángeles y gracias a todos los que lo han hecho posible. Sin duda es la forma más bonita para que su recuerdo dure para siempre.
Ángeles Arencibia
Gracias a ti también. Pues sí, es una bonita manera de recordar a alguien tan especial.