Vivir en una ciudad de dimensiones manejables tiene sus encantos. Uno de ellos son los constantes encuentros con personas más o menos cercanas. Tengo una amiga que dice que no podría vivir sin esa retroalimentación que son los saludos y las risas fugaces con amigos, conocidos y hasta con seres queridos.
Hace un par de días tuve un encuentro de esos con una amiga muy cachonda a la que aprecio mucho y con la que me río muchísimo. Por una bobería tuvimos un ataque de risa en la calle de esos que casi llevan a la incontinencia. Ella es divertida y tiene una risa tan contagiosa que si Pasteur la conoce, se la lleva al laboratorio para estudiarla.
Me contó cosas de su vida y me dijo que estaba tan bien que el otro día sentada en su casa le subió una cosa por el estómago que … y me hizo un gesto de satisfacción con la cara y las manos.
Me explicó que le había contado a un amigo lo mismo que me relataba a mí y que éste le había dicho que aquello que le había ocurrido se llamaba «el gozo divino». Le aseguró también que tenía suerte, porque a poca gente le ocurre.
Me hizo gracia y le pedí permiso para contarlo aquí, pensé que aquello tenía que ser algo parecido al rayo verde , que nunca he visto pero que espero ver algún día. Ahora también aspiraré a sentir «el gozo divino».
El gozo divino
Publicado en: en primera persona
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Antolín Dávila
Todos aspiramos a ese «gozo divino», amiga Ángeles, pero pocas veces lo conseguimos, quizás porque la vida es demasiado abrupta, o así la convertimos, sin remedio aparente.
Me encanta tu texto, por hacerlo tan cercano.
Ángeles Arencibia
Qué honor, el gran Antonlin Dávila en mi blog. Eres un fiera. Buscaremos el gozo divino. Un abrazo.
Celina
Querida Amiga, creo q para poder sentir el Gozo Divino, primero hay q tener experiencias poco agradables….. Así podremos disfrutar del buen momento Presente.
Muchas veces. vivimos anclados en el Pasado, y otras, pensando en qué nos deparará el Futuro…. Y nos olvidamos de vivir el Ahora!! Q tengas un día maravilloso!! Y ya sabes, a «gosá»!!