El otro día me llamó un buen amigo para quedar. Me decía: «Es que se nos pasa la vida y no nos vemos». Quedamos, por supuesto, y estuvimos a punto de vernos, pero el día señalado una de mis hijas amaneció con fiebre y tuve que posponer el almuerzo.
Saco esta cita nonata a colación por un encuentro que sí se produjo y al que ahora aplico lo que decía mi amigo sobre la vida, que se nos va sin que hagamos cosas que queremos hacer. Como soy una sentimental estoy pensando en asuntos del corazón, aunque el argumento también vale para los de la cabeza. Sería el no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, pero no tan prosaico.
El encuentro que sí se produjo -éste de forma casual- fue con una profesora que tuve entre los 12 y los 14 años. Nos daba clase de lengua y literatura y era todo un carácter. Nos enseñó a estudiar con fichas. En cada cartulina, un autor, datos biográficos, obras, época… Yo ya leía de antes -mi padre ya me había descubierto a Julio Verne- , pero aquellas clases de literatura me mostraron un panorama extraordinario que yo no sospechaba.
Del romanticismo al realismo mágico, del naturalismo a los orígenes del castellano. Ahora que me paro a recordar, me doy cuenta de que nos enseñó un montón de cosas y que muchas de ellas me han acompañado durante toda la vida que vino después.
Con ella descubrimos a García Márquez, primero con el cuento El ahogado más hermoso del mundo, que leímos y trabajamos en clase y después con La hojarasca, que tuvimos que comprar y leer en casa. Cómo sería el impacto que no lo he olvidado.
No sólo nos abrió las puertas a la literatura, también nos guió por los recovecos de la lengua. Metáforas, objetos directos y aposiciones son algunas de las cosillas que conocí en su clase y que me han hecho feliz.
Como decía mi amigo, se nos pasa la vida y a mí se me estaba yendo sin que yo le dijera a esta señora que, si no hubiera caído en su clase en 7º y 8º, a lo mejor no me habría hecho periodista o tal vez sí, pero no de la misma manera. Aunque esto no es lo esencial. No importa tanto a lo que condujo como lo que fue, la meta como el camino; es decir, los libros, las metáforas y todo lo demás.
Tras hablar con ella me acordé de lo que decía mi amigo sobre las cosas sin hacer y de Luis Escobar en La Escopeta Nacional. Me refieron a la escena en la que Escobar le pregunta a Sazatornil si le gusta lo que comen, que me parece que es ensaladilla rusa. Tras oír la respuesta afirmativa del empresario catalán (Saza), el marqués (Escobar) le recrimina que no lo haya dicho antes con la apostilla: «Pues se dice, se dice».
Y decidí escribir este post sobre aquellas clases de lengua y literatura por lo mismo, porque se dice.
(He encontrado esta foto en el archivo de Canarias7. Reproduce la primera página del periódico La Jornada del 6 de marzo de 2007, en la que se publica por primera vez la foto que Rodrigo Moya había hecho a García Marquez con un ojo morado 30 años atrás -más o menos cuando yo empecé a leerlo-. La foto se hizo porque Gabo quiso que quedara constancia de la pelea que puso fin a su amistad con Vargas Llosa.).
Aposiciones y metáforas
Publicado en: en primera persona
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ELIA
……..y a que velocidad se nos pasa la vida .
Si , todo se debe de hacer sobre la marcha , llamar a aquella persona de la que te acordaste , ir a donde debes y no siempre a donde quieres porque a lo mejor mañana es tarde.
Yo tambien tuve una profesora que me dejo huella y la sigo viendo por la calle .Me encanta verla porque me traslada en el tiempo y no hay cosa mejor que rebuscar y disfrutar de los recuerdos.
Disfruto mucho leyendo tu blog.
Ángeles Arencibia
Muchas gracias Elia por disfrutar con mi blog, sólo por eso ya vale la pena. Te aseguro que yo también disfruto. Besos.