Resulta difícil de digerir que se haya montado este debate nacional por algo tan sencillo de entender como es la pretensión de los hijos, nietos, sobrinos y biznietos de los desaparecidos del franquismo de encontrar sus hueso y enterrarlos.
En esto pensab esta mañana en el coche mientras conducía hacia el trabajo. Pensaba en que si yo estuviera en su lugar también quería saber qué pasó con mi padre. Saber de una vez por todas si es verdad que lo mataron y lo tiraron a un pozo, para cerrar tantísimos años de duelo.
No somos dueños de nuestros pensamientos, así que de aquí me fui con un basurero que, mientras yo esperaba en un semáforo, barría junto a unos coches con una hoja de palmera. Lo sorprendí escondiendo parte de la basura bajo uno de los coches, como en el chiste de las alfombras y la asistenta. Y no sé cómo acabé enlanzado una cosa con otra. La basura que escondió el barrendero y el dolor que permanece enterrado en pozos y cunetas. La primera saldrá a flote en cuanto el dueño del coche se lo lleve; lo segundo depende de más cosas, principalmente, de que nos querramos poner en el lugar de las familias.
Es tan sencillo
Publicado en: guerra civil
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