«¡Guarra!»

Publicado en: historias 3

Esto me ocurrió ayer, a esa hora imprecisa del día en la que la mañana ya está lista, pero todavía no es el momento de sentarse a la mesa. Ese lapso en el que el día se toma un respiro, la ciudad se ralentiza y algunas calles parecen vaciarse, me cogió caminando hacia una cita para el almuerzo.
Iba pensando en mis cosas, cuando un acelerón, un derrape y, a continuación, un berrido huracanado me sacó de mis pensamientos. «¡Guarra!», gritó un individuo que conducía sin dejar de acelerar hasta que desapareció carretera arriba.
Como la calle estaba en calma, el alarido sonó estentóreo, potente, avasallador. No iba dirigido a mí, eso lo tuve claro desde un principio. No porque no lo sea, que no lo soy, -un insulto no necesita ser verdad-, sino porque la tensión dramática de aquel instante no estaba puesta en la acera donde yo estaba, sino en la calzada, donde una mujer madura -de sesenta y pico-, permanecía agarrada al volante de su utilitario, que apenas unos instantes antes acababa de pararse a causa de un semáforo en rojo.
Tgrito.jpgodo ocurrió muy deprisa. Fue uno de esos acontecimientos que pasan de forma tan veloz que sólo después puedes ordenar las piezas. Los recreas en tu cabeza a cámara lenta y únicamente así comprendes lo que pasó.
Esto fue lo ocurrido según mi reconstrucción: En algún momento previo la mujer del utilitario -la veterana, como diría una amiga mía de Montevideo-, hizo alguna maniobra que, con o sin razón, disgustó a un individuo que iba al volante de otro vehículo.
Después, la señora dobló la esquina y se posó con dulzura en la cola de los que habían quedado atrapados por el cierre del semáforo. En ese momento aparezco yo por la acera, pensando en mis cosas. Acto seguido, el derrape, el coche que pasa como una exhalación dejando tras de sí el berrido – «¡guarra!»-, y la veterana que recibió el insulto, sin soltar el volante. Me pareció que el vozarrón del energúmeno se había estampado en la ventanilla del coche como un escupitajo.
Pero, además, el alarido fue tan insultante, que tuvo el mismo efecto que producen los sucesos extraordinarios cuando tienen lugar ante extraños y estos olvidan su extrañeza, dejan a un lado las convenciones sociales y se tratan de tú. Así nos ocurrió a otra mujer que iba por la acera y a mí. Aunque no habíamos sido presentadas, tras escucha el grito nos hablamos para compartir nuestro estupor, porque era demasiado grande y nos desbordaba.

3 Comentarios

  1. Victoria Monzón
    | Responder

    Y mientras quede gente a la que estas acciones causen el efecto que relatas, todavía hay margen para la esperanza.
    Triste será el día en el que nadie reaccione y a nadie desborde un exabrupto, un insulto fuera de lugar o una interjección inapropiada…
    Me sumo a tu estupor al igual que esa desconocida y me siento obligada a compartilo porque echo de menos aquello que se llamaba «urbanidad» o «buenos modales» y que nos permitía vivir en un mundo siquiera una pizca más amable y por el que era más sencillo transitar.
    Saludos y que tengas un buen día.

  2. Saludos Victoria Monzón, también te deseo un buen día, o lo que queda.

  3. Antonio Alfonsin
    | Responder

    Estoy del todo de acuerdo con las opiniones aqui compartidas, dios nos salve del dia en que a los humanos ya no nos sorprenda nada, y espero que queden muchas decadas o siglos para ello.
    Las acciones imaginadas son bastante elocuentes, como la mala maniobra de la «veterana», pero tambien podemos imaginar que el hombre que insulta a la mujer, alla tenido un dia pésimo y que este acto haya sido la gota que derramo su vaso ese día. No, no es tratar de cubrirlo, pero llega a pasar algunas veces, aun asi creo en la conducta social, en ser tolerantes y convivir como personas, con un orden social y MUCHA educación hacia con nuestros semejantes, no solo por que sea mujer, si no por que como persona merece tanta educación como todos.
    Por cierto, muy bonita forma de escribir tu relato, en verdad, es agradable ver que tenemos personas que puedan relatarnos uno minuto de su dia de una manera tan expresiva y atrapante… Saludos…

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