Si hubiera sido consecuente con mis convicciones, hubiera titulado choque en lugar de shock, que ese es el término adecuado para traducir la palabra inglesa. Odio los anglicismos, sobre todo si el castellano dispone de su propia palabra. Si por mi fuera, no diríamos sandwich sino emparedado. En eso soy una purista.
Pero he sido una cobarde y no tuve confianza en la palabra. No creí que ella sola se hiciera entender. Así que he puesto shock en el título. Una vez dada esta explicación, me dispongo a hablar del choque -ahora sí-, que sufrí esta mañana.
Por razones relacionadas con mi trabajo, tan dado a depararme todo tipo de encuentros y sorpresas, entré esta mañana en el colegio donde estudié entre los cinco y los 14 años. Se trata de un edificio de finales del XIX, con sus correspondientes añadidos modernos, pero muy bien conservado en lo esencial.
Es decir, esta mañana volví a recorrer parte del paisaje diario de toda mi infancia. Escaleras, pasillos, barandillas, puertas, baldosas… Todo o casi todo estaba igual y han pasado 30 años. Lo que yo he hecho en ese tiempo.
Entré y la portera me dijo que esperara por mi anfitriona en un patio pequeñito que tiene una especie de estanque, mientras a mi alrededor continuaba la vida del colegio. Una alumna que llega tarde, otras que dan clase de canto, profesores, una monja con hábito que creo reconocer. Para todos ellos yo era una extraña, pero para mí los extraños eran ellos que ocupaban ahora el territorio que fue primero mío y de mis amigas.
Entré en la capilla y me pareció de juguete, porque yo la recordaba con las perspectiva de cuando era bajita. Subí las escaleras y la barandilla casi me dio vértigo porque me pareció que no estaba a la altura y vi la puerta abierta de la que había sido mi última clase, que allí seguía, insensible a mis añoranzas
Una hora después volví a salir del edificio, quizás hasta dentro de otro porrón de años, con el corazón tembloroso y la memoria pegando brincos.
He sufrido un ‘shock’
Publicado en: en primera persona
1
A PLENO RENDIMIENTO
Querida Angels: ¡¡me quedo con choque y emparedado !! Todo un acierto.
El resto, se ve que nos vamos haciendo mayores y cosas tan sencillas o cotidianas como visitar tu antiguo colegio, pasear por los sitios que lo hacías de pequeño ó encontrarte con antiguos amigos empiezan a tener otro sentido y te hacen recordar cosas y afloran sentimientos que antes no tenías.
Ahora empiezo a comprender las palabras de mi madre cuando me decía » no tengas prisa, que la vida pasa volando y a partir de cierta edad el tiempo corre muy deprisa».
También » todo un acierto».
¡Fuerte abrazo a todos mi niña!.