Mi madre habló toda su vida de su perra Kety, un pastor alemán que tuvo de niña en Barcelona y que debió ser mucho más que lista.
Según contaba ella, «la Kety», -utilizando la fórmula tan catalana, aunque ella lo era solo de crianza- habría sido adiestrada para perro policía, pero no dio la talla requerida y alguien se la ofreció a mi abuelo.
La Kety era tan lista que iba sola a recoger el periódico al quiosco y hasta era capaz de ir a buscar a «la niña» (mi madre) y llevarla a casa.
«Con la cabeza me iba empujando», contaba ella cincuenta o sesenta años después, todavía fascinada por las cosas de la Kety.
Hace unas semanas entrevisté a Mary Sánchez, la cantante canaria. Hablamos largo y tendido y algunas de las cosas que me contó no cupieron en el reportaje que después publiqué en el periódico.
Una de las anécdotas que quedaron en la libreta fue la relativa a un perrito que tuvo en su infancia. Como en el caso de mi madre, Mary conservaba la memoria de aquella mascota, lo mismo que Mr Kane la de su trineo en la película de Orson Welles.
Se llamaba Campeón y fue el protagonista de una historia muy bonita.
El padre de Mary fue cambullonero y entre otras cosas ofrecía animales como moneda de cambio a los tripulantes de los barcos extranjeros que recalaban en el Puerto de La Luz.
Uno de estos animales fue un cachorro llamado Campeón que, pese a la oposición de la niña, el padre cambió para dar de comer a la familia.
Cuenta la artista que dos años después, Campeón apareció en Las Canteras en poder de un inglés.
El perrito la reconoció y el inglés, al saber la historia de Campeón, le dijo a la niña que podría jugar con él todos los días a la hora del paseo.
«Me emociono nada más pensarlo», me dijo la artista durante la entrevista, cincuenta o sesenta años despúes de aquel episodio.
(En la foto, mi madre con la Kety. Detrás de ellos se aprecia la sombra del sombrero de mi abuelo)
Historias de perros
Publicado en: en primera persona
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