Hace quince años y pico mi madre me regaló una mantita de color de rosa, de muy buena calidad, para que la usara su nieta que estaba por nacer. Es curioso, pero recuerdo perfectamente pensar ya en aquel momento en la misma tienda, mientras mi madre abonaba la factura, en que esa manta estaba destinada a pasar muchos años conmigo, que iba a contribuir a hacer de mi casa un hogar.
Ya entonces pensé en que se convertiría en esa pieza conocida, hogareña, gastada por el uso familiar, en la que daría gusto enrrollarse mientras se veía una buena película. Yo en ese momento pensaba en alguna de Billy Wilder o de Berlanga.
Mi profecía se cumplió. Hoy la mantita rosa está gastada por el uso, pero yo diría que hasta ese uso la ha hecho más entrañable. No sólo es confortable y suave, sino que, además, me trae recuerdos de aquella tarde con mi madre y en lo contenta que estaba ella comprándole una manta a la que iba a ser su primera nieta.
Pensé en esta mantita rosa al buscar una imagen que pudiera describir lo que a veces significa la amistad y la familia: algo calentito en lo que acurrucarse cuando hay tormenta.
La manta, los amigos y ese calorcito
Publicado en: en primera persona
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Juan
Te puedo decir Angeles que casi todos tenemos una mantita de esas, aunque de distinto color y cuando uno se acurruca y se duerme, se levanta como nuevo.
Ángeles Arencibia
Es una suerte.
ELIA
Nuestra mantita es reconfortante , reparadora , consoladora y nos peleamos por ella porque es la monda .
Yo siempre dije : color rosa.y tu , como mi madre : color de rosa ………..es curioso .
ME GUSTA MUCHO LO QUE ESCRIBISTE .
BESIÑOS.
Ángeles Arencibia
Es que no es lo mismo color rosa que color de rosa, querida.