El buen sabor de mente y de corazón que me dejó el señor Obama este domingo, cuando prometió trabajar para acabar con las armas nucleares, se me acaba de esfumar de un plumazo -más bien de un guantazo- al leer esta barbaridad.
La noticia sobre los niños cobayas de Nigeria, víctimas de un ensayo farmacéutico fatal, demuestra que la realidad supera siempre a la ficción. Vi la película a la que se refiere el artículo de El País, El jardinero fiel . Recuerdo que me dejó un sentimiento de desaliento que intenté paliar de manera muy burda con la idea de que, al fin y al cabo, se trataba de un guión cinematográfico sólo basado en hechos reales.
No es la primera vez en los últimos tiempos que salta a los medios de comunicación una trama como la que contaba Le Carré. En julio de 2008 fueron doce, en Argentina.
Más niños cobayas
Publicado en: actualidad
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antonieta patateta
tristísimo
Txema
Vivimos en un mundo de bárbaros, Ángeles.
Ángeles Arencibia
Pues sí, Txema, me temo que sí…