Si le damos a la palabra esencial el significado de alma, meollo o médula; de contenido y no de importancia, puedo decir que el otro día viví un momento esencial. Un momento que llamaría histórico, si el adjetivo no estuviera tan desgastado. No historia en sentido plural, sino particular.
Estuve en el entierro de Herminia Dos Santos Alemán, una mujer sobre la que había leído algo, pero de la que no sabía más que era la esposa de Rafael Egea Ramírez, el farnacéutico que fusilaron en agosto de 1936 en Gran Canaria por participar en la resistencia al golpe de Franco, junto al diputado del Frente Popular Eduardo Suárez Morales. Ambos, Suárez y Egea, pertenecen al santoral laico del antifranquismo isleño. Pero no Herminia, sobre la que se pasa de puntillas.
De ella sólo sabía que había acompañado a su marido en la huida final y que estaba embarazada cuando la metieron presa. Me intrigaba su apellido. El Dos Santos la dotaba de exotismo y su tragedia, de una aureola de heroicidad.
Una reflexión recurrente entre los actores es que una de las virtudes de su profesión es que permite vivir otras vidas. Algo parecido pasa a veces con el periodismo. Hay entrevistas que casi te permiten vivir otras vidas.
Algo así me pasó la semana pasada con el hijo, sí, de aquella Herminia que yo casi había convertido en personaje de novela. La historia de Fernando y de sus padres se transformó en un reportaje y yo, por circunstancias del oficio, asistí al entierro de las cenizas de Herminia, al encuentro al fin de la pareja, separada el 6 de agosto de 1936 por un pelotón de fusilamiento.
Por Fernando hijo supe más cosas de Herminia, cómo participó ella misma en la resistencia, de sus andanzas posteriores, de cómo le fue la vida y también que el Dos Santos le veían de su padre, un portugués afincado en Guía. Y que a su madre la llamaban en Guía «la portuguesa».
(En la foto de Fernando Ojeda, algunos de los asistentes al entierro de Herminia)
La hija de la portuguesa
Publicado en: anécdotas periodísticas
2
Esther
Muy bueno el artículo, Ángeles, imprescindible para conocer y comprender nuestra Historia. Enhorabuena y gracias 🙂
Cuinpar
Ufa, qué historia, eh?
Gracias, Ángeles