«¡Que no me quiere dar el seguro…!» o una mujer de armas tomar

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«Que se quiere ir, que no me quiere dar el seguro…» Oí esta frase hace un par de días mientras caminaba por una calle de Las Palmas de Gran Canaria y  no tuve que aguzar el oído. Había una mujer como de unos cuarenta años, quizas menos, de pie en medio de la calzada hablando por un teléfono móvil. Ella era la que decía: «que no me quiere dar el seguro…»  a la vez que impedía con su cuerpo que un taxi lograra salir de detrás de un coche que estaba en doble fila y seguir su ruta por el único carril que quedaba libre. El taxi daba como saltitos: cogía impulso y frenaba de sopetón, porque, si no, se llevaba a la mujer del móvil por delante.

 

Mientras la mujer hablaba por teléfono y el taxi, tripulado por otra mujer, maniobraba para escapar, una larguísima cola de coches, atrapados por la trifulca, empezaron a tocar la pita.

Un escándalo, y aquella, impertérrita, de pié en medio de la calzada, hablando por el móvil mientras el taxi maniobraba y el atasco iba creciendo.

Volví a pasar una medio hora después, sobre las once y media y ya no había cola de coches, el taxi estaba aparcado y la conductora del otro coche (la mujer del móvil) hablaba con un policía local.

La escena me dejó perpleja.  En realidad, me hizo gracia. 

  1. Anoche yo contemplaba en una calle perpendicular a Triana, la calle Constantino, cómo un hombre gritaba «P%%% no voy a permitir que me arruines la vida»…. una señora que subía en dirección contraria y yo nos miramos absolutamente desconcertados.
    El susodicho amenazaba a alguien por teléfono y cuando pasé a su lado me miró de arriba abajo, devolviéndome el gesto que yo le hice. Bien vestido, ropa blanca, unos treinta o cuarenta años y con el rostro desencajado por la tensión o quién sabe por qué. Mientras su mirada dejaba mis zapatos, se apuraba en marcar de nuevo en la cabina.
    Mi reacción fue buscar una pareja de policías que suele estar en Triana para advertirles de lo visto…. y nada… llegué hasta el Obelisco sin ver una sóla patrulla.
    Es ésta una realidad con la que me niego a vivir, de violencia, de pasotismo, de irresponsabilidad… y yo me pregunto: ¿qué podemos hacer?

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