Saber pedir un favor

Siempre dije que no me gusta pedir favores. Es una forma de ser. Tú vas y dices: es que a mí no me gusta pedir favores; la que está a tu lado agrega: pues a mi me encanta el queso de plato (así se llama al de bola u holandés en Gran Canaria) y el de más allá apostilla que a él no le va nada trasnochar. Quiero decir que no me parecía una característica especialmente relevante.
Como le sucede a mucha gente, con el paso de los años he ido limando algunas aristas de mi forma de ser; otras, también es verdad, las he afilado. Ésta, la que tiene que ver con los favores, se había mantenido inamovible hasta …. esta mañana.
1-M0542512.jpg Lo prometo. Fue esta mañana, de camino al trabajo, cuando caí en la cuenta de que eso de que no te guste pedir favores no es una actitud tan positiva como yo pensaba. Puede ser hasta un acto de soberbia: no pides favores porque no admites ayuda de los demás, porque tú puedes con todo. ¡Pero si eres maravillosa! ¿Cómo vas a necesitar tu de nadie? .
Llegué a esta conclusión en el coche, mi lugar preferido para pensar (tanto que me desvío con frecuencia de mi camino, pero eso lo cuento otro día), que no es reflexionar en plan sesudo, sino más bien un irse a la higuera. Llegue a esta conclusión, digo, tras salirme varias veces por la tangente y dar varios rodeos por terrenos que no vienen al caso, a raíz de un par de favores que me ha hecho una querida amiga esta semana.
Hablo de una mujer muy capaz y no sólo por lo bien que le va en el terreno profesional y en el familiar. Tiene algunas otras virtudes, entre las que destaca la generosidad. Por eso no me ha costado nada pedírselos, porque sabía que, si podía, me los haría con mucho gusto y así ha sido.
En realidad, no me refiero a personas como ella, cercanas y queridas, cuando digo que no me gusta pedir favores. Pienso en gente más periférica a la que, ahora me doy cuenta, no le pido favores muchas veces por soberbia como decía, otras por miedo a que me lo nieguen, es decir, al fracaso; y también por terror a que piensen que soy una carota, una fresca, una caradura, una abusadora, una desvergonzada, que son epítetos que de ninguna manera quisiera yo merecer jamás.
(Ni los quesos son de plato ni la que los empuja es mi amiga)

4 Comentarios

  1. Cuinpar
    | Responder

    ¿Y no puede ser que no pida favores, no por creerse maravillosa y estupenda, ni por soberbia, sino por no querer molestar?
    Digo, por ponerle un apunte positivo y que me pega más con la imagen que tengo de usted…

  2. Pues sí Cuinpar, también. Muchas veces es por no molestar, pero también por otras razones. Todos somos muy complicados, ¿no crees?

  3. antonieta patateta
    | Responder

    No puede ser por falta de humildad de reconocer , yo también sufro…?

  4. Antonieta: no te entiendo, ¿por qué sufres?, mi niña

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