Tengo preocupaciones recurrentes. Asuntos que de vez en cuando se imponen en mis pensamientos a manotazos, echan a empellones al optimismo y pisotean la alegría. Son pensamientos que van del gris al negro, recorren toda la gama y, a medida que se oscurecen, más angustia me producen.
Uno de estos pensamientos está relacionado con el paso del tiempo. Va tan rápido, ¿verdad? Normalmente no soy consciente porque vivo el día a día con miopía, como si llevara orejeras. Sólo estoy en lo que estoy y eso me libra de pensar más allá del levantarme por la mañana, preparar el desayuno, ir a trabajar, hacer la compra y esas cosas que constituyen la vida cotidiana.
Pero de vez en cuando me paro y pienso en todo el tiempo que he ido dejando atrás. En las cosas que hice o en las que no hice y en que ese tiempo algún día se acabará. Que algún día todo será diferente.
Esta mañana de lunes iba en el coche cuando de repente me sorprendí pensando en el fin de semana. Como si los días que tengo por delante hasta llegar al viernes por la noche no tuvieran valor, como si fueran sólo un inconveniente, un obstáculo que pasar para alcanzar el premio del fin de semana. Estaba dispuesta a derrochar el lunes, el martes, el miércoles, el jueves y el viernes. Todo ese tiempo, a la basura, porque hasta entonces para mí sólo valía el fin de semana.
Enlacé este pensamiento con una mirada atrás y a la velocidad vertiginosa con la que han pasado tantos años y me sentí como si se hubieran desbordado sin que yo hubiera sabido digerirlos. Miré a la persona que iba sentada a mi lado en el asiento del copiloto, una persona queridísima, y decidí disfrutar de ese preciso instante. Un instante banal, cotidiano, doméstico, soso incluso, pero un instante que echaré de menos si algún día no lo tengo. Un instante muy precioso: el presente.
(Foto: «..que veinte años no es nada..». Clarita/Morguefile)
El valor de este preciso instante
Publicado en: en primera persona
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Tu anónima amiga espadachina
Hola Angeles. Hay un movimiento social que habla de la ‘slow live’. Es una apuesta por ralentizar lo vertiginoso del tiempo que nos rodea. El trabajo, la casa, la familia, los amigos… giran en torno a nosotros como un torbellino, sin permitirnos disfrutar de las cosas pequeñas, íntimas y únicas. Y sin apenas tiempo para pensar o reparar en los muchos momentos de ternura que nos regala la vida. Como este tuyo: «Miré a la persona que iba sentada a mi lado en el asiento del copiloto, una persona queridísima, y decidí disfrutar de ese preciso instante». ¡Bienvenida a la ‘slow live’!
Ángeles Arencibia
Espadachina, como tú dirías: Yo me troncho contigo. Te estoy viendo con la espada subiéndote por las mesas …
tempus fugit
Bonita reflexión. Ya lo dijo Lennon: Life is what happens to you when you’re busy making other plans (La vida es aquello que te acontece mientras estás ocupado haciendo otros planes). Lo del paso del tiempo no hay guien lo arregle. «Las calles y las lunas suburbanas y mi amor en tu ventana, todo ha muerto, ya lo sé», cantan en célebre un tango. Es lo que hay, lo de los ríos que van dar a la mar.
Ángeles Arencibia
Tempus fugit … que es el morir.
Las coplas de Manrique están entre mis poesías preferidas. Será porque están clarísimas. Me producen mucha tristeza.
Juan Rey
Di que sí Ángeles. No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos o el tiempo nos lo quita. Lo difícil es reconocer en todo momento lo valioso de nuestras vidas cotidianas fuera de un momento puntual en el que acabas de llorar por una muerte o has visto una película bonita o leído un libro. Los enfados tontos, las tristezas absurdas y muchas sensaciones que se vician de lo material y lo superfluo no nos deberían acompañar en el día a día, aunque por desgracia sí en malos momentos REALES.
Ángeles Arencibia
Hola Juan Rey, qué alegría. Brindo por todo lo bueno que tu y yo sabemos que tenemos. Un beso.
gabrielito
Mirar atrás puede, a veces, producir vértigo, pero si hemos hecho las paces con nuestros pecados, perdonado a los demás y por ende a nosotros mismos, podemos aislar y disfrutar los momentos bonitos de nuestra vida y pasar del vértigo a un dulce sabor de boca rematándola con una sonrisa, es decir, poder sentir lo mismo otra vez.
Totalmente de acuerdo contigo, intento vivir cada día y buscar el placer en las pequeñas cosas cotidianas que suceden incluso en nuestra rutina. Comer despacio, cocinar sin prisa, amar con pasión, pensar en los demás, hacer lo que te gusta, crear…
Un beso y una sonrisa para ti
Ángeles Arencibia
Hola Gabrielito, tu ahora disfrutando cada momento en Palma, ¿no?
gabrielito
Estoy terminando de aterrizar aunque hay momentos en que parece que llevo aquí toda la vida… Querrá decir algo?
Txema
Bonita y profunda reflexión. Venga, ahora todos a trabajar por el presente. Hagamos un plan de futuro para vivirlo bien. Ups, eso es futuro. Bueno, miremos al pasado para hacerlo mejor. Ups, eso es pasado. Bueno, vivamos, sólo vivamos por una vez.