Cómo puede ser que casi treinta años después de su muerte el recuerdo de mi abuela Paulina regrese cada vez que lo necesito. Es como si ella lo hubiera sabido.
Debe ser que le dio tiempo, en los años que convivimos -yo empezando mi vida, ella rematando la suya-, de crear una reserva gigante de cariño, suficiente para nutrir a su nieta durante todos los años venideros. Para que le sirviera de apoyo, para que se sintiera segura.
A veces un recuerdo es tan real, que consuela.
Un recuerdo tan real
Publicado en: en primera persona
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