Hay días que una no está para confianzas. Como el último jueves. Salía del parking donde guardo mi coche, tempranito por la mañana, dispuesta a comenzar la jornada, aunque no con mucho ímpetu. Otras veces me siento más animada, pero no aquel día.
Se abrió la puerta, asomé el morro y un hombre vestido de verde limón (el chaleco reflectante tan en boga últimamente) me dijo: «Sal por aquí».
(Perdón: olvidé explicar que el de verde era un obrero que dirigía el tráfico porque la calle había sido cerrada por obras)
«¿Eh?», me interrogué a mí misma en mi interior.
«Ven por aquí», insistió y yo me sulfuré por dentro, pero tuve el buen tino de no exteriorizarlo. Obedecí con mucha dignidad y seguí mi camino.
Fue el tuteo, tan a tiro hecho, tan de mañana, lo que provocó en mi un amago de explosión. Hay veces que una no está para tuteos.
Esta conversación la he tenido más de una vez. En esta isla de Gran Canaria es habitual el uso de apelativos cariñosos como «mi niña», una de nuestras expresiones más logradas. Pero hay que saber cuándo usarla y cuándo no deben emplearse. Un «mi niña» en su momento es como un beso; otras puede ser un puñetazo.
Yo no soy «el cariño» ni «el amor» de la charcutera, por muy bien que corte el jamón York. Ni yo, ni muchos otros clientes que tragan por temor a posibles represalias en la cola de la pescadería, en la ventanilla del cualquier administración o en la consulta del médico. Hay momentos en que todos somos «usted».
La línea entre el lenguaje cercano y la invasión es muy fina. A veces la culpa es del que recibe el mensaje, que no tiene el horno para bollos; otras veces -me temo que cada vez más-, el responsable es el que tutea, que no sabe medir distancias.
A mí no me tutee
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Cuinpar
Del otro lado estamos las ilustres ex-dependientas (ahora en el paro obrero) a las que les salían ronchas y se las comían los bichos negros por dentro cada vez que las clientas las llamaban con un irritante «tst-tst, niña!». El «cari», «amor» y tal también eran moneda frecuente.
Una vez, harta ya, me propuse jugar al mismo juego con una clienta particularmente confianzuda y empalagosa, a ver quién aguantaba más. Ella: Hola, amor. Yo: Buenos días, mi cielo. Ella: me das dos panes, cari?. Yo: por supuesto, mi vida. Ella: Te cojo también el periódico, amor. Yo: Claro, cari. Y así. Ganó ella, por supuesto. A mí casi me tienen que ingresar…
Antonio
Fíjese que a mi lo que mas me gusta de allí es el tuteo, todo lo contrario que en la otra isla, que desde que un día me llamaron tres veces DON, si nada detrás, sin nombre casi pillo una depresion
Ángeles Arencibia
Hombre, Cuinpar, claro; el asunto es ambivalente, equidistante y bipartidista. O sea, que sí, que las clientas también se pasan mucho a veces. Que cada cual es «el cariño» de quien decide serlo y no de cualquiera que se asome al mostrador. Un beso.
Ángeles Arencibia
Antonio, a mí también me gusta el tuteo -y el twiteo, con perdón-, pero hay veces que se pasan o que no te coge con el cuerpo para fiestas. Saludos.
jose reyes
Se ha tocado un tema que alude, directamente, a la ausencia de educaciòn de la poblaciòn. Conozco muchos, y muchas, que piensan que tratar con respeto al vecino es ser menos cuando es todo lo contrario.
Lamentablemente tanto profesores como padres cojean de la misma pata, aceptan de buen grado que los tutee cualquiera y no transmiten lo que se debe.
Ángeles Arencibia
José, de acuerdo en que es cuestión de educación. A mí el usted me sale de manera espontánea en muchas ocasiones y hay personas a las que me cuesta mucho tratar de tú, por mucho que me den permiso para ello. En generaciones anteriores esto es más acusado. Puedo preguntarme si lo que ocurre es que soy una antigua. Saludos.
ELIA
Esta claqro que el obrero te tuteo por tu aspecto de chiquilla , por tu juventud …………no hay que darle mas vueltas .
Como decimos los gallegos :
MORREU O CONTO .QUE SE PUEDE TRADUCIR POR :
AL CARALLO LOS PASTORES SE ACABO LA NAVIDAD.
¡¡¡Que bien escribes , Angelitas!!!!!
Antonieta Patateta
El tuteo a deshora es casi tan horrible como cuando un niño te dice por la calle «perdone señora»
Ángeles Arencibia
Si, sí Patateta, casi.
Ángeles Arencibia
Elia, gracias por tanto piropo y buen humor.