Anecdotillas de entretiempo

Últimamente voy por la vida como una gran dispersión. Pienso en muchas cosas a la vez y así me va. Las ideas, las preocupaciones o las boberías se me apelotonan en la sesera y, a menudo, me hacen dar trompicones.
Dos episodios recientes lo demuestran. El primero ocurrió en un cajero automático. Saqué dinero – 150 eurazos de mi alma-, pero los dejé en la máquina, asomados a la ranura, pobrecitos míos, allí solos y abandonados.
Recogí mi tarjeta y simplemente olvidé arrancar el fajito de billetes de la boca del cajero. Ocurrió porque mi cabeza iba mucho más rápido y, aunque no había concluido la operación, yo ya estaba en otra cosa.
Lo más tristes es que no me di cuenta hasta varias horas después, cuando abrí la cartera para pagar el menú en un bar. Fue un momento de esos en los que te quedas fría. ¡Recórcholis! ¿Dónde está la pasta?, me pregunté.bil.jpg
Como no te lo puedes creer, porque es increible, abres y cierras la cartera, la reviras, la miras de lado y de perfil… y al cabo de unos instantes, caes en la cuenta: Eres una burra.
Cuando superé el sofocón, corrí a otro cajero para comprobar que, efectivamente, me habían descontado 150 euros, que yo no tenía en mi cartera. Por consejo de una amiga, que mantuvo la cabeza fría pese a mi tribulación, llamé por teléfono al banco, donde una amable -de verdad- señorita me explicó el funcionamiento del cajero automático.
Resulta que el dinero está exactamente 90 segundos en la boca del cajero y que, si nadie lo retira, la máquina se lo vuelve a tragar. Comprendí que tenía una posibilidad y me aferré a ella.
La apabullé a preguntas: ¿Es mucho tiempo 90 segundos? ¿Cuánto tarda una persona en acercarse al cajero cuando se marcha la que está antes? ¿Es normal que la gente coja dinero que no es suyo? ¿Usted qué cree?
He de decir que la telefonista se solidarizó conmigo y me dio esperanzas. No era tanto el dinero -aunque para mí se trata de una cantidad importante-, sino el fracaso, la burrada. Pero la historia acabó bien.
Al día siguiente apareció un ingreso en mi cuenta por valor de 150 euros. Efectivamente, el cajero se tragó los billetes después de los 90 segundos y, como yo había avisado que eran míos, me los devolvieron tras hacer balance.
Entonces vino la segunda parte. Con mi dinero en la cuenta, cogí el coche y di la vuelta a una rotonda con tanta alegría que el móvil, que iba sobre el salpicadero, salió volando por la ventanilla del copiloto, que estaba abierta. Lo ví volar.
Tuve el buen tino de dar la vuelta entera a la rotonda y de parar. Me bajé, expliqué al único coche que esperaba en el ceda el paso que aquellos trozos de plástico que se adivinaban en el suelo eran mi móvil, mi batería y la tapa de mi móvil. El tio se lo tomó a risa, pero yo recuperé las piezas. Las monté y ¿voilá! funcionaba.

7 Comentarios

  1. Esther
    | Responder

    Éste es el momento en que vas corriendo a comprarte un número de lotería, Ángeles. Y de paso, me compras uno a mí, pero del mismo número 😉

  2. Maru
    | Responder

    Gordi, con este historia puedes participar en el comedy club, que bueno…..Besos Maru

  3. Es la pura verdad Maruja. Y sí, Esther, compré lotería.

  4. antonieta patateta
    | Responder

    si es que por algo te llamas Angelines y es que tienes un angelito colgado de las pestañas.

  5. emma
    | Responder

    jajaj me identifico completamente. yo la pasada mañana llegué al trabajo con la mochila del cole de mi hija; menos mal qué ella tiene más cabeza que yo y no se llevó mi bolso al cole, que se había quedado colgadito en casita.

  6. ELIA
    | Responder

    Pues que suerte la tuya ……..a mi me paso algo parecido pero no habia quedado en la ranura del cajero NOOOOOOOOOOO.Alguien me vio sacar la pasta (400 eurazos) y me los «chorizo» del bolsillo de detras del pantalon, no me digas como pero me los sacaron.Me cogi un rebote que me duro cienes y cienes de dias.AFORTUNADA TU ERES ENTRE TODAS LAS MUJERES.

  7. Cuinpar
    | Responder

    ¿Dónde tene usted la cabeza, Ángeles? Mire, a mí me pasó algo parecido una vez, pero, aunque me dejé la tarjeta y la pasta en el cajero, al menos tuve la buena cabeza de llevarme el comprobante…

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