Esta situación mía de recién llegada al mundo del blog -la blogosfera que le dicen- tiene sus ventajas. Una es la que tengo ante mí muchas cosas por descubrir y otra, que mi capacidad de sorpresa es amplia como el océano.
Así que esta tarde de domingo entré en el blog Atarecos y después de leer la última entrada de Esther me metí en sus archivos viejos y, a boleo, pinché en agosto de 2005. La inmersión en el pasado me deparó un reencuentro con el recuerdo de Fernando Berenguer -excelente reportero de sucesos y buen compañero, fallecido de forma prematura en esa fecha-.
Leí varias entradas más y me detuve en una titulada Perros con bitácora y desde aquí empecé a saltar. (A veces cuando voy por internet me siento como las bolas del flipper cuando salen despedidas de un lado para otro.)
Esther me llevó a La Coctelera , otro sitio nuevo para mí. Empecé a husmear por este hotel para blogs, una suerte de Rue del Percebe por lo dispar de sus inquilinos. Dí un rápido vistazo y después de un par de tumbos volví a rebotar y tuve la suerte de caer en un delicioso blog, en el que no había reparado a pesar de ser el último Premio Ortega y Gasset de Periodismo Digital.
El descubrimiento de Generación Y ha sido un regalo. Está escrito por Yoani Sánchez, una joven filóloga cubana entregada al mundo de la informática. Con su prosa caribeña cargada de ironía, Yoani relata su día a día en la Cuba de ahora mismo.
Este blog le ha valido a Yoani el que la revista Time la haya incluido entre las cien personas más influyentes de 2008, un honor al que ella se refiere con mucha gracia.
Así que si queda alguien por ahí -como yo hasta esta tarde- que no conozca el diario de Yoani, le recomiendo que lo pinche si no lo hizo un par de párrafos más arriba.
(La foto es de Chilombiano)
Txema
Es el placer de viajar por internet 😉
Esther
Vaya, Ángeles, honrada y agradecida que me quedo por la visita a los archivos del blog, oiga 🙂
Antonieta Patateta
Espectacular Yoani. Gracias por dirigirnos hasta tan inusual a la par que brillante blogger, a nosotros, tus fieles lectores.
Ángeles Arencibia
No hay de qué. Por cierto, sí que madrugas tu, ¿eh?