Para complacer a los numerosos seguidores de este blog que lo han pedido de manera insistente, me dispongo a continuar la entrada Carmen quiere verla, que dejé colgada con un «continuaré» el 20 de mayo.
(Vale Cuinpar, entre nosotras, sólo lo has pedido tú, pero así ves cuánto aprecio y valoro tus comentarios)
Carmen quería verme para contarme los últimos días de la vida de su hijastro, Matías López Morales, fusilado por los franquistas el 29 de marzo de 1937. Estaba ansiosa por relatar una historia que había guardado durante más de sesenta años, primero por miedo, después seguramente porque no había encontrado el medio de dar a conocer sus manuscritos.
Aquella mañana me tuvo a mí, toda orejas, dispuesta a escuchar durante horas:
Carmen Delgado Expósito, hija de Francisco y Casimira, se crió en la calle Juan Rejón de Las Palmas de Gran Canaria a principios del siglo XX. A los 17 años la casaron con un viudo de 40 que tenía un hijo de 10, Matías, el protagonista de esta historia. Tres días antes del golpe militar del 18 de julio del 36, Matías estrenaba empleo como mecanógrafo en el Ayuntamiento de San Lorenzo.
Tras una serie de vicisitudes debidas al golpe militar, Matías, que era secretario del Sindicato Obrero, fue apresado y encerrado en un calabozo. A partir de ese momento empieza la gran epopeya de Carmen, una mujer sola ante a aquellos militares que acaban de convertirse en dueños de todo.
Recuerdo que el relato de Carmen tuvo la virtud de rejuvenecerla. Sí, seguía teniendo 92 o 93 años, pero no me costó nada imaginármela de joven, con unos 30, tratando de conseguir noticias de Matías en el Gobierno Militar, frente al mismo parque San Telmo donde voy a patinar con mis hijas.
No resulta tan fácil ahora en este mes de julio de rebajas y playas saturadas, recrear el ambiente que debía reinar en aquella ciudad recién tomada, presa de venganzas y delaciones. El marido de Carmen y padre de Matías se había alistado, por lo que ella era la única que podía intentar ayudar al joven.
En una de las visitas al calabozo, uno de los militares le sopló que se iba a celebrar el consejo de guerra y que, si quería y se estaba calladita, podía asistir. Carmen acudió al consejo de guerra, que tuvo lugar el 26 de enero en una dependencia militar. Matías salió del juicio condenado a muerte.
Con gran dramatismo, incorporándose en su cama de enferma para dar más énfasis a su relato, Carmen me contó que gracias a uno de los militares presentes en el juicio que se apiadó de ella supo que lo único que podía hacer era viajar a Tenerife para pedir clemencia en Capitanía. Pero, ¿cómo?
El mismo militar le ofreció su ayuda, regresaba a Tenerife en barco con su hija. Ella sólo tenía que conseguir dinero para el billete. También un permiso en comisaría. No sin agonías obtiene billete y permiso y embarca cuando el correillo ya está soltando amarras. Carmen hizo el viaje «engurruñada» debajo de una escalera de la cubierta porque la bodega estaba cerrada. Recuérdese que hablamos de enero o febrero, haría frió en el mar por la noche.
Desembarcó en Santa Cruz a la mañana siguiente y se dirigió a Capitanía. Allí tuvo que esperar horas y horas hasta que logró hablar con «un señor gordo lleno de medallas»…
Le aconsejan que mande un telegrama pidiendo clemencia a Burgos y hasta se lo dictan: «Madre afligida …»
Sin comer, sin dormir, sin descansar Carmen volvió a embarcarse para regresar a Gran Canaria, al Gobierno Militar. Iba con el alma en vilo, temiendo que hubieran matado ya a Matías. En el palacete del parque San Telmo llegó a perder el conocimiento mientras esperaba de nuevo por una respuesta. Finalmente, consiguió un pase para visitar a Matías en el castillo de San Francisco y comienzan entonces su caminatas diarias desde Guanarteme a través de barrancos y barranquillos, entre aulagas y tuneras.
Aquella mañana de marzo de 1999 Carmen me contó que durante dos meses fue todos los días al castillo, dos veces cada día. Le llevaba ropa, libros y las piezas de un ajedrez para un tablero que hizo Matías con una estilográfica…
El 29 de marzo de 1937 fusilaron a Matías López Morales en La Isleta. En marzo de 1999 Carmen, su madrastra, contó por primera vez su historia a una periodista. Hoy, 20 de julio de 2008, escribo sobre Matías y Carmen y de las historias que vivieron en esta misma ciudad donde ahora vivo yo.
(Fotos: La primera me la dio Carmen, es Matías, en el castillo de San Francisco pocos días antes de ser fusilado. Observa las botas sin cordones.
La segunda foto es un desfile de falangistas por la calle León y Castillo de Las Palmas de Gran Canaria, en 1937. El autor es desconocido. Archivo de la Fedac)
(Posdata: Después de publicar este artículo he encontrado la transcripción de los escritos de Carmen Delgado Expósito, colgados en internet: Están aquí)
«Carmen quiere verla (y 2). La muerte de Matías»
Publicado en: guerra civil
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Cuinpar
Jo, gracias, Ángeles, por continuar la historia, que me etaba reconcomiendo. Y por lo del aprecio. Y por colgar también los escritos de doña Carmen, ya comentaremos en cuantito los lea.
Beso! y gracias! 🙂
antonieta patateta
impresionante, ¿y las historias de aquella señora que viniste a ver a Madrid? tenía un nombre muy raro
Cuinpar
Te juro por no sé ni qué que estoy sin palabras. Gracias otra vez por compartir esta historia, Ángeles.
Un abrazo,
Ángeles Arencibia
Bonita ¿eh?
antonieta patateta
todos queremos más, todos queremos más, todos queremos más, y mucho más y más y mááaaaaaaaaaas
MARINA
NO ME GUSTA
Ángeles Arencibia
No se puede gustar a todo el mundo.