Leí o ecuché una vez la siguiente frase: «Los hombres sudan, las mujeres transpiran, las bailarinas brillan». No sabría decir dónde, pero debió hacer ser hace años porque hace mucho que me apropié de esas palabras. Describe de manera certera la fascinanción que siento por el mundo del ballet clásico.
No soy una gran aficionada en el sentido literal de la palabra. No suelo ir al teatro a ver a las compañias medianas o grandes que visitan la ciudad donde vivo, seguramente porque soy una espectadora perezosa. Pero cuando subo las escaleras de la academia donde recibe clases mi hija pequeña y empiezo a oír a lo lejos la música que proviene de la sala de ensayo, me invade una sensación que se parece un poco a la que ves en la cara de un niño en una cabalgata de Reyes: La danza, en el fondo, es también magia, una ilusión fabricada a base de mucho esfuerzo, y en la academia está el secreto que lo hace posible.
El Centro Insular de Danza María Eulate ha celebrado esta noche su décimo aniversario con una función en el auditorio del Conservatorio Superior de Música de Las Palmas de Gran Canaria. María ha roto este año la tradición de presentar un espectáculo cada dos años, porque éste no tocaba, y ha presentando una función muy particular.
María Eulate y Marta Charfolé han abierto esta noche las puertas de la academia y nos ha dejado asomarnos a la secreta ceremonia que se celebra allí cada tarde. El espectáculo «Paso a paso. Del aprendizaje a la escena» fue un gratísimo recorrido por los escalones del aprendizaje que convierten el sudor en brillo.
La enseñanza de ese mundo mágico que pone alas en los pies a los que se sumergen en él, fue el argumento de la función interpretada por medio centenar de bailarinas y bailarines de esta academia: desde las pequeñitas del curso de iniciación al ritmo hasta las veteranas -bailarinas éstas de tomo y lomo-, pasando por los alumnos de iniciación a la danza 1 y 2 y clásico intermedio.
Con puntas, sin puntas, con barra, piruetas… A lo mejor le suena a algo mecánico, ¿aburrido tal vez? Nada que ver: en cada punta hubo un sentimiento y en cada pirueta, una determinación: la de las maestras, Marta y María.
Por cierto, ¿sabe usted lo que es un frappé? Pues yo sí, desde esta noche; es una patada en el aire.
(La foto la hizo mi hermana Isabel, pero yo la traté en el ordenador, así que la culpa es sólo mía)
Antonieta Papateta
Y qué quieres que te diga, cómo se nota cuando algo te gusta de verdad, cuando escribes antes de que, la sangre hechizada del corazón pase por cualquier filtro que rompa el hechizo. Eres una espectadora de la dimensión sensible de las cosas, para eso hay que tener duende. Debe ser que lo tienes. La foto debe estar hecha también con el corazón.Besos a las dos.
Pablo
Fantástico. Que bello. Una sensación semejante suelo tener al escuchar un tenor. Pienso y me recrimino: ¿Por qué siempre soy me expongo a semejante revolución sensorial por cuestiones meramente azarosas?
Tengo una suerte de efecto amnésico o quien sabe algún tipo de subestimación desde la distancia; pero cuando recibo esa energía no hago más que sentirme vivo.
Saludos.
PD: estimada, quise participar del concurso de bloggers del periódico, pero después de haber escrito la propuesta me apareció un mensaje diciendo algo como que ha ocurrido un error en el proceso. ¿Alguna idea de que puedo hacer?
Un beso, desde el otro lado del mundo.
Ángeles Arencibia
Ni idea cúal puede haber sido el problema. Pregunta en Atarecos, quie ella sí que sabe de estas cosas.
Cuinpar
Pedazo de entrada te acabas de marcar… Los pelos como escarpias…
He de reconocer que yo sí sabía lo que era un frappé, pero no por que sea super culta, ni porque esté empolladísima en danza ni nada de eso. Es que me enganché terriblemente a «Fama: ¡a bailar!» 🙂
Ah, y muchísimas gracias por tu visita a alapryles! 🙂
Ángeles Arencibia
Pedazo de comentarista…