Mi primer recuerdo de ecologismo es el de aquellas chapas amarillas con la leyenda «¿nuclear? no gracias» que, junto con las azules de la campaña «salvar a las ballenas», compusieron mi pequeño botín de recuerdos de un domingo de finales de los 70 o principios de los 80, que pasé en algún lugar de la Cumbre de Gran Canaria, entre conciertos (entonces se decían recitales) de cantautores locales y puestillos con reproducciones del ídolo de Tara, pintaderas, posters del Ché y las mentadas chapas, antecedentes de los modernos pins, pero más grandes y con un imperdible en el reverso.
Eran los años efervescentes de la transición democrática y los de mi quinta empezábamos a salir del cascarón en una sociedad tan adolescente como nosotros mismos. Todavía España estaba muy lejos de Europa, pero no tanto Canarias, que gracias a sus puertos francos y a sus turistas, ya conocía los chicles doublemint , el chocolate cadbury, las Hondas 70 y las galletas danesas, además de otras muchas cosas no tan prosaicas.
Al encuentro de la Cumbre subí con mis amigos en una guagua verde de Utinsa y volvimos de la misma manera con parada en San Mateo, creo, para hacer transbordo.
De aquél día sólo guardo en la memoria imágenes sueltas de jóvenes melenudos, canciones solidarias y las dos chapas ecologistas que tuve en el cajón de mi mesa de estudio durante una buena temporada.
Ecologismo para mí entonces, y creo que para una gran mayoría, era algo del extranjero, de alemanes, de suecos… Y así siguió siendo durante unos años más. Durante mucho tiempo, ecologismo en los periódicos fue sinónimo de «maría», entendiendo «maría» en el sentido que le dábamos en el colegio de asignatura fácil, inútil o irrelevante.
Me volví a acordar de estas dos chapas ayer, cuando leí que el grupo ecologista Ben Magec inauguraba su nueva sede en Las Palmas de Gran Canaria. En otra época no creo que el acontecimiento hubiera pasado a mayores, pero hoy ha sido noticia en algunos medios locales. Ecologismo ya no es una «maría» ni ecologista sinónimo de outsider.
Ésta y otras organizaciones demuestran que aquella sociedad adolescente ha madurado y tiene quien la defienda de sí misma y de una clase política a menudo demasiado distante de nosotros, los ciudadanos. En esta tesitura, el fenómeno Ben Magec, -protagonista gracias a la eficacia de su trabajo en defensa del territorio-, convive con una creciente preocupación por el medio ambiente, que no sé si llega tarde, pero, desde luego, va llegando y ahora no sólo al extranjero.
Pablo
No sabe estimada, cuanto me gustaría que su texto hubiera sido escrito por alguien de aquí, de Argentina. Estamos lejos…
Ángeles Arencibia
Hola Pablo, ayer visité tu blog -otra vez-. Eres denso…
Pablo
¿Por qué lo dice estimada Ángeles?
Ángeles Arencibia
Pablo, la verdad es que no eres tan denso como te dejé escrito. Volví después a leer tu última entrada y cambié de opinión. Lo que ocurre es que hablas de una polémica con el Clarín y me faltan los antecedentes.
Pablo
Comprendo, lamentablemente se trata de una problemática demasiado local para comprender a la distancia; pero para ser sintético: imagina que mañana el gobierno español empapela Gran Canaria con carteles que dicen: «CANARIAS7 MIENTE». Mi texto hace referencia a que es un mensaje sin ningún sentido puesto que pretende el convencimiento de una idea con la mera acusasión, olvidando cualquier tipo de argumento.
Eso es, sin duda, una subestimación hacia el público y por eso irónicamente agrego que tal mensaje es tan legímito o convincente como uno que diga que «Clarín es el Topo Gigio».
Saludos estimada. Aquí pasan cosas que afortunadamente allí no ocurren ni comprenderían. No por incapacidad, claro, sino porque son inverosímiles.
Sara
Hola Angeles, suscribo todo lo que dices. Las organizaciones ecologistas ,y Ben Magec en particular, crean conciencia ciudadana frente a las actuaciones de los políticos en el poder que miran para otro lado,mientras nuestro entorno está cada vez más deteriorado.
Saludos.
Ángeles Arencibia
Seguiré visitando tu blog para enterarme de esas cosas que tu llamas inverosímiles y que a mí me resultan muy interesantes,