Un pelín clasista

Publicado en: reflexiones 8

Dos comentarios de Inshallah en mi anterior entrada me han hecho pensar la diferencia que hay entre lo que somos, lo que creemos que somos y lo que creen los demás que somos.
Mi entrada sobre el supermercado no pretendía ir más allá de un ejercicio de redacción, contar una situación que me había parecido curiosa. No era mi intención meterme con el gremio de las cajeras de supermercado, ni mucho menos; pero Inshallah me comenta que encontró el texto «un pelín clasista».
La valoración de las personas en función de su clase -sea social o de otra índole- es una práctica que me parece errónea. No me considero clasista. Eso es lo que yo creo que soy. No sé si es lo que los demás piensan de mí y tampoco estoy totalmente segura que sea lo que soy.
Opino que la mayoría tendemos a supervalorar la fuerza de nuestras convicciones. Quiero decir: a creer a pie juntillas que somos buena gente, correctos, compasivos, demócratas, educados … ¡Por Dios! ¡Cómo puedes pensar eso de mí!, exclamamos cuando alguien pone en duda nuestras buenas intenciones.
Sólo la confrontación con los demás nos permite ver cuán demócratas, educados o compasivos somos en realidad. La visión que los otros nos devuelven de nosotros mismos puede ser una pista para conocernos. Da un poco de vértigo, porque a lo mejor no nos gusta lo que vemos en ese espejo.

8 Comentarios

  1. Inshallah
    | Responder

    Vaya, Ángeles, no pensé que tomara mi comentario como argumento para crear una nueva entrada para hacernos pensar, aunque debo reconocer que, en el momento en el que pulsaba el “Enviar”, pensé “igual te has pasado “un pelín”, Inshallah de mis amores (que soy yo)”. Espero que no lo haya tomado como una crítica personal, ya que tengo el conocimiento justo sobre su persona a través de lo que he leído en su blog, y, aunque lo tuviera “quien esté libre de pecado, blá, blá, blá…”, ya sabe usted el cuento…
    Verá, es que yo creo que hay que desvincular al autor de un texto de lo que escribe. Eso es, para mí, fundamental, sobre todo si lo que se escribe es una entrada en un blog, que pretende ser un simple ejercicio de escritura en el que se cuenta alguna vivencia o algún pensamiento que se nos pasa, en un momento dado, por la cabeza. O una ficción, directamente, en la que el narrador nada tiene que ver con el escritor. Por eso he insistido en eso de “su texto, su texto, su texto”, y he recalcado, sin ironías ni dobles sentidos, que dudo mucho que sea usted clasista, o, al menos, ya que nos estamos sincerando, no siempre, tal y como le comenté en mi última respuesta, por vivir esa duda yo mismo en algunas ocasiones. Nos consolaremos con aquello de que no somos perfectos y caemos en la tentación, aunque a veces ni nos enteremos de que pecamos, pero eso no nos hace ni mejores ni peores, ni buenos ni malos, nos hace, simplemente, ser algo más conscientes de lo que somos en realidad, y cuánto nos queda por trabajar en nosotros mismos para llegar a ser quien queremos ser. Suena complicado. Y probablemente lo sea, porque lo corriente es que el trabajo se nos quede a medias. Pero hay que seguir trabajando en ello, porque esa es la mayor meta que podemos marcarnos, la de conocernos a nosotros mismos, aunque sepamos que es una meta inalcanzable, porque se trata de desenredar una madeja que no tiene final.
    Me ha gustado esta entrada, porque estando como está igual de bien escrita que la anterior, deja un camino para hacernos pensar, para utilizar eso que llevamos bajo el sombrero y los pelos (los que aún tengan) y que, a veces, por puro cansancio, lo dedicamos a menesteres algo más simples y rutinarios, porque son más sencillos de digerir, supongo, y porque las aspirinas están muy caras y todo eso de la crisis, ya sabe, y calentarse la cabeza pensando a veces es molesto, y nos hemos acostumbrado a que nos den los discursos prefabricados, embalados y con un lacito rojo, listo para abrir y tragar, rapidito, que hay prisa y no nos da tiempo de hacer todo eso que se supone que tenemos que hacer y que, cuando lo acabamos, no sabemos muy bien para qué lo hemos hecho y por qué teníamos tanta prisa, si el mundo iba a seguir girando igual, aunque nos tomáramos un té mientras saboreábamos y cuestionábamos el regalito de las palabras ajenas. Yo creo, y esto sí que es un juicio de valor (y como tal, aventurado, claro) que es usted de las que se deleitan en la lectura ajena, de las que destripan las palabras para tratar de buscar un sentido a lo que lee, de las que aprenden y se dejan enseñar. Ya quisiera yo, ya… Eso sí, en su justa medida, como con todo. Tampoco hay que tomarse muy al pie de la letra la opinión ajena. Valorarla sí, pero no tomarla, salvo que uno crea haber despertado de un letargo inquietante, como punto de referencia para flagelarse ni cosas por el estilo. Bastante durita es la vida, como para que nos la compliquemos más de la cuenta…
    Un saludo. Y buenas noches.

  2. Lupe
    | Responder

    Es un lío, Ángeles. Un lío sin remedio. Escribiendo te expones a toda clase de análisis y juicios sobre tu producción y tu persona. Tú no los pides, pero te los dan.
    Así que mi mecanismo de defensa favorito es éste: cuanto más loca, más rara, más claramente despelusada por dentro (bueno, y por fuera), mejor. A ti igual no te funciona, porque se ve de lejos que tienes montañas de sentido común. A mí sí. «Es que no está muy completa, la pobre». Y ya.
    Besos.

  3. Inshallah
    | Responder

    Escribir una crítica desde el respeto no creo que sea para rasgarse las vestiduras, sinceramente. Otra cosa es una salida de tono, o un insulto, o un desprecio hacia la persona o hacia lo que se escribe. Pero lo que sí es cierto es que escribir en un blog abre la puerta a la expresión de la gente que lee para emitir su opinión sobre lo leído. De otra manera, no existirían estos huequecitos donde ponemos las palabras para responder, digo yo… Y abrir un blog para que le digan a uno lo guapo que está o que se merece un nobel de literatura me parece un acto algo narcisista y egocéntrico, pero para gustos, colores, dicen. Que me digan lo feo y lo mal que escribo, para que pueda hacerme la cirugía o un curso de escritura, si lo considero conveniente, o para rebatir la crítica, en el caso de estar totalmente seguro de mis cualidades y calidades.
    Y que me gusta discutir «de palabra», fundamentalmente, claro. Es bueno para las neuronas, dicen.

  4. Cuinpar
    | Responder

    Chacha, yo iba a decir más o menos lo que acaba de decir la Lupe!!! (lo de los juicios y el sentido común y eso, no lo de que está despelusada por dentro y por fuera).
    Todo es más fácil cuando no te toman tan en serio. Entonces uno puede gritar a los cuatro vientos que repartiría golpizas a todos los clientes que no dan los buenos días, a todas las gritonas que tienen voz de vieja loca; que le haría una traqueotomía con un boli bic al que culpa invariablemente a los profesores de la pésima educación de su cachorro de persona; que se arrancaría los ojos y los usaría como tapones para los oídos cada vez que tiene que soportar a tal o cual persona que (elija la opción que prefiera):
    a) piensa distinto a uno siempre y se empeña en dejarlo claro a todas horas.
    b) piensa distinto a uno siempre y se empeña en dejarlo claro a todas horas, con el agravante de hacerlo con graves faltas gramaticales.
    c) no piensa.
    Y más cosas. Piensan que estás fatal del ramal y ya. Nadie te juzga, ni nada. ¡Hasta te rien la gracia!
    (Lo malo es cuando intentas que crean que lo de las golpizas, traqueotomías y/o automitilaciones va en serio.)
    Beso!

  5. Me encanta lo de chacha. Está animadillo el debate hoy, ¿eh?

  6. Cuinpar
    | Responder

    Se me ocurre una cosa (A ver cómo salgo después del lío). Probablemente, si Ángeles hubiera contado, en vez de su visita al supermercado, una visita, por ejemplo, a un consultorio médico, en la que el médico y su enfermera se hubieran puesto a ligar mientras el primero le extendía las recetas, no habríamos dicho que el texto era clasista. Es más, me atrevo a aventurar que hasta habríamos vitoreado la queja, y nos habríamos puesto a despotricar del Sistema Canario de la Salud. Lo que pasa es que quejarse de unas personas que, en teoría, tienen unas condiciones laborales peor que las nuestras queda pelín feo, políticamente incorrecto. Lo que hay que hacer, en este caso, es afearle la conducta al que así se expresa, y recordarle, como a los niños, que hay personas más desfavorecidas que nosotros, poniéndonos, de este modo, y seguramente sin pretenderlo, un escalón por encima de ellos (de los desfavorecidos, digo. Bueno, y de los criticadores, en la escala moral). Esta actitud, dicho esto con todos mis respetos, paternalista y un tanto condescendiente, flaco favor le hace a la lucha por las igualdades.
    Yo tengo un curro bastante parecido al de los cajeros en cuestión. También soy dependienta, y sé que hay cosas que, por educación, no se deben hacer. Me irrita que me ocurran cosas como esta en los supermercados, o en las tiendas de ropa y yo tengo un trabajo como el suyo, aunque seguramente gano menos, y me levanto más temprano porque entro antes. ¿Si critico estas actitudes en mi blog soy clasista (bueno, yo no, mi texto)? No lo creo. Se supone que, seas médico o estanquero, estás ATENDIENDO a una persona, no formalizando un trámite mientras resuelves asuntos de tu vida privada. Y seguramente habrá clientes que piensen en ti como un siervo, y no te traten con toda la educación que te gustaría, pero eso no es excusa para que tú los trates como ganado. También piensa el alumno que el profesor es un pesado, y eso no debe hacer que el docente descuide su trabajo.
    No creo que nadie se esté rasgando las vestiduras por la crítica al texto. Me parece que lo que Ángeles hace en esta entrada es un ejercicio de reflexión, tomando la crítica como pretexto. Ni más ni menos.
    (lo iba a decir esta tarde, pero fue imaginarme a la Lupe, despelusada por dentro y por fuera y se me fue el tino).
    Y sí, está chachi el debate 😉

  7. Yo sí que me estoy empezando a despelusar por dentro y por fuera. El sábado voy a ver si veo a la cajera y se lo confieso todo.

  8. Cuinpar
    | Responder

    Jajajajaja! Pagaría por ver ese momento, querida. Tú toda azorada y aquellos dos flipando…

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