Como mi piedra del muro

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Cuando en noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín , fuimos conscientes de que se estaba produciendo un hito histórico. Yo por entonces llevaba apenas unos meses trabajando en La Provincia como redactora de tribunales. Hacía poco que había terminado la carrera y empezaba a trabajar en un periódico, mi sueño desde la infancia. Cuento esto para dar una idea del entusiasmo con el que yo y otros compañeros que se encontraban en parecida tesitura vivíamos los acontecimientos locales, nacionales e, incluso, internacionales. (A alguno este problema se le ha ido corrigiendo con el paso de los años, a otros se nos ha cronificado, como dicen los médicos).
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La caída del muro de Berlín fue un acontecimiento fundamental que dio comienzo a otra etapa histórica, y así se vivió en los medios de comunicación. Muchas personas viajaron a Berlín para unirse a la fiesta desde distintos puntos de mundo, fueron días y días de celebraciones y acontecimientos. Una de estas personas fue un amigo mío, que cogió un tren en Madrid y se marchó a Berlín a vivir aquella explosión de júbilo.
A su vuelta, me sorprendió con un souvenir: un trocito de bloque de construcción con restos viejos de cemento. Era un pedazo de muro, según me aseguró. Yo lo recibí con devoción y mucho agradecimiento. ¡Caramba!, pensé, ¡un pedazo del muro de Berlín está en mi mesa de noche! En mi cabeza se mezclaron escenas de películas de espionaje y de la guerra fría, pues ya he dicho alguna vez que mi imaginación no tiene sentido de la medida.
Tiempo después, mi madre, la señora que limpiaba entonces en su casa o vete tú a saber quién, tiró el trocito de muro de Berlín. A mí me dio más o menos lo mismo, porque ya se había desintegrado y del pedazo inicial sólo quedaba un pizco insignificante, apenas una miga de muro.
Recordé este pedazo de historia el otro día, a raíz de la presentación de Cristiano Ronaldo en el Bernabeú y del entierro de Michael Jackson. No hay equivalencia posible entre los sucesos de noviembre de 1989, el contraro del futbolista y entierro del cantante pop. Lo primero fue un hecho que influyó e influye en la vida de millones de personas; los segundos afectan a muchos, pero de una manera tangencial.
Lo que me pregunto es si lo que empujó a miles de personas a pasar apretujones, calores y otras miserias para asistir a la presentación del futbolista más caro del momento o al entierro del rey del pop, es el mismo sentimiento que me llevó a mí a exponer durante meses, en un lugar destacado de mi habitación, una bolita birriosa de cemento que una vez formó parte del Muro de Berlín.
(Imagen de los días en que cayó el muro de Berlín. Es del archivo de Canarias7)

3 Comentarios

  1. antonieta patateta
    | Responder

    Para tí la piedra era, en cierto modo, ser testigo de que aquel absurdo se había acabado y seguro que cada vez que la veías pensabas «que bien, un absurdo menos en el mundo». Los fans de Michael Jackson querían constatar que era verdad que aquella situación que consideraban increible, incluso absurda (¿cómo iba a estar muerto, si era un dios) era real. Los de Cristiano Ronaldo buscan evadirse de su absurda vida. Distintas formas de enfrentarse al absurdo.

  2. maria
    | Responder

    tengo una piedra no muy grande del muro de berlin y quiero venderla a algun coleccionista. si te interesa contacta a mana07@telefonica.net

  3. Abrimos el mercadillo de la piedra del muro de Berlín. Ja, ja… ¿cómo sabremos que son auténticas? Un saludo.

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