Como un jardín sin gobierno

En la playa gallega donde veraneo desde hace unos años, había una casa abandonada en primera línea que llamaban «de las brujas».
De granito gallego como muchas por aquella zona, tiene pinta de pequeño palacete. Es más larga que ancha y diría que tira más al gótico que al románico.
Hoy ha sido restaurada, pero aún la llamamos la casa de las brujas, apodo que a mí ya me dieron hecho y que atribuyo a sus años de casona en ruinas.
Y si la casa estaba que se caía, el jardín no lo era menos. Años de descuido, lo convirtieron en una selva desordenada que desbordaba por los límites del terreno.
Era como un rastafari en un desfile de peluquería. El único jardín del vecindario que no había visto un peine -una tijeras de podar- en muchos veranos.
Me acordé de lo que fue este jardín cuando hace un par de días pensé que ya estaba bien, que tenía que volver por este blog, que hacía ya mucho que no lo abría y que estaría hecho unos zorros, tan lleno de spam como de mala hierba aquel jardín de las brujas.
Hoy me he armado de valor, me he sacudido la pereza y he abierto el blog armada con unas tijeras de podar, porque, en efecto, tantos días sin limpiar el spam habían producido estragos en mi Virtualario. Pobrecito, tan sólo y tan despeinado.

  1. ELIA
    | Responder

    Pues no hay nada mejor que una buena toilette y un peinado con colonia .
    ¡¡¡Que aventuras en la casa de las brujas !!!!
    Y tuvimos la gran suerte de que la arreglaran como se merecia , hubiera sido un pecado disfrazarla porque mira que es bonita .
    Es de Antonio Palacios , ilustre arguitecto Porriñes.

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