Cuando fumaba pensaba que yo era la única que hacía aquellas barbaridades por una dosis de nicotina.
Yo creía que lo de llamar a un telepizza o a un telechino sin hambre ninguna, sólo para que me trajeran a casa un paquete de cigarrillos y sin reparar en lo que me iba a costar, era un invento mío. Pero no.
He tenido la típica conversación con otra madre, conocida pero no íntima, mientras ambas esperábamos por nuestras hijas. Hemos hablado de tabaco y he descubierto que el tabaco une mucho.
Nunca lo habría dicho,pero esta chica y yo tenemos mucho en común. Ambas utilizamos el truco de la telecomida para conseguir tabaco a deshora; ambas hicimos la pelota a alguien para que nos trajera un paquete; ambas fumamos una colilla rescatada de un cenicero y ambas sentimos ahora una pena tremenda de los que siguen fumando.
l
Ella también tomaba un café por la mañana sólo para poder fumar después y, como yo, sentía un profundo arrepentimiento al terminar cada uno de los últimos cigarrillos que fumó hasta que por fin consiguió dejarlo de una vez por todas.
Siempre que me encuentro con otro ex fumador o con un fumador que quiere dejarlo recuerdo lo feliz que estoy con mi condición de no fumadora.
Seguro que cuando dentro de años o décadas ya no exista el tabaco, se hablará de él en los libros de historia como de la gran estupidez.
(La foto procede del Archivo de la Fedac. Son tabaqueras en la fábrica de Eufemiano Fuentes, en Gran Canaria. La foto es de Jordao da Luz Perestrello)
Confidencias de ex fumadoras (de nuevo)
Publicado en: en primera persona
0
Deja una respuesta