Cada vez que publicamos en www.canarias7.es una noticia relativa a la guerra civil, a Juan Negrín o a la recuperación de la memoria histórica surgen comentarios que hoy en día parecen mentira.
Si la noticia es sobre Juan Negrín, preguntan por el oro de Moscú, obviando olímpicamente el hecho de que ha sido demostrado que el llamado oro de Moscú se empleó para financiar a la República en guerra, por acuerdo de un gobierno legalmente constituido que se defendía de unos golpistas.
Hay un ejemplo reciente. Esta noticia sobre el hallazgo de los restos de un soldado republicano que murió en la batalla del Ebro. Las palabras del experto que realiza el descubrimiento y lo estudia son estremecedoras, o al menos a mí me lo parecen.
Sin embargo, muchos de los comentarios que han pasado el filtro del moderador convierten el hallazgo arqueológico en excusa para volver a lo de siempre «¿y Paracuellos?». El que comenta no puede apreciar el interés de un testimonio histórico que aparece ahora, sino que tiene que irse al tú más, como si todavía estuiviéramos en esas.
Es solo un ejemplo pero me parece el más evidente. No importa lo que se investigue, lo que se descubra, no importa lo que usted me cuente, yo sigo en mis trece. Son los erre que erre del ‘caspismo’ español que inmortalizó Martínez Soria.
En mi ejemplo se perpetúan las dos españas del 36, como si no hubieran pasado más de 70 años de aquello, pero hay otras circunstancias en las que se demuestra que la información fluye pero no empapa.
Nos aferramos a una par de ideas y con eso tiramos toda la vida: No me venga ahora a decir que no abrigue al niño cuando tiene fiebre, que así lo hizo siempre mi abuela y aquí estamos todos. Es el así se ha hecho siempre, o el eso lo sabe todo el mundo.
Supongo que son debilidades propias de la condición humana, pero en el caso de las dos españas me llama la atención sobremanera. No me refiero a los teóricos del antiguo régimen, a los organizados.
Hablo de la gente sencilla como tu o como yo que, despues de 33 años de democracia, aún conserva conceptos inculcados en la escuela … franquista.
¿De verdad hay tanto franquista?
Publicado en: guerra civil
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Pedro
Cuando los restos de un ser humano surgen de la tierra que lo acogió y nos cuentan el drama que puso final a su vida, qué importa si era soldado o a qué bando pertenecía; podemos estremecernos con su imagen porque era como nosotros, la Muerte nos iguala a todos, mudamente acusa a nuestra estupidez mientras nos ofrece una lección de humanidad, mientras nos intenta convencer del valor de la Vida. Me irrita la ceguera cainita de este puñetero país de imbéciles que se creen que en este mundo sólo hay dos bandos: los buenos (ellos) y los malos (los otros); maniqueísmo barato para idiotas que juegan a tener ideologías sin saber lo que es una persona (Ángeles, perdona mi soberano cabreo).
Acabo de leer un libro duro y frío de Ernst Jünger, un escritor y pensador alemán, “Tempestades de acero”, que recoge su dilatada experiencia en el frente durante la Primera Guerra Mundial. Tiene una dedicatoria hermosamente simple, “A los caídos”, que no pregunta por qué bando cayeron; se la dedico a los que se resisten a enterrar el odio irracional que engendró la Guerra Incivil.
Saludos.
Ángeles Arencibia
Pedro: Ha valido la pena escribir este post por leer tu comentario. Me apunto el libro. Saludos.
Pedro
Ahora resulta que me ha pesado el tono iracundo de mi comentario. Al 100% de acuerdo con tu post; resulta cansino e irritante ese “y tú más” que despierta la Historia y la política en este país, que aún persista la visceralidad y la inquina de las dos Españas. Me enoja la visión inmadura de la política que tiene una buena parte de la población: una especie de confrontación metafísica entre el bien y el mal, en lugar de una gestión del interés público; los partidos y sindicatos se aferran a los modos e ideologías casposas que debieron envejecer con nuestros abuelos. Qué utópico resulta pensar en cargos públicos personales, apartidistas, independientes; los ciudadanos los podríamos despedir si no cumplen con lo que se espera de ellos, sin posibilidad de que se perpetúen con pactos, sin corporativismos que blinden sus indecencias, sin vicios de clase, …y sin que crispen y separen a la sociedad en dos bandos.
En cuanto al libro. Yo no sé si recomendarlo, es un duro paseo por el campo de batalla. Tengo que advertirte que es un libro de GUERRA, donde el autor cuenta sus vivencias recogidas en cuadernos y diarios a lo largo de los cuatro años que duró el conflicto; un joven de apenas veinte años que la vive con un espíritu apasionado y casi lúdico que resulta a veces hasta ofensivo, no hay crítica hacia guerra ni hacia sus responsables, no es un alegato contra ella, casi al contrario: se elogia los valores que surgen entre los soldados, el espíritu del hombre en la lucha contra el hombre; es un relato muy gráfico, casi metódico (tras la guerra, el autor estudió zoología), un hastío de muerte en una guerra donde los bandos, aferrados dócilmente a las trincheras, se aplastaban a cañonazos; sin embargo, no hay resentimiento hacia el adversario, aunque cuenta fríamente cómo se cazaban mutuamente; es muy sincero y honesto, y a veces hace reflexiones interesantes (que sorprenden en alguien tan joven; quizás sea producto de las numerosas revisiones que sufrió el libro; tuvo tiempo para ello, murió a los 103 años), a través de este libro uno sabe cómo fue aquella barbaridad de la Primera Guerra Mundial, tiene una visión de una época y se asoma a la mente de un ser humano concreto, con sus virtudes y defectos.
Lo mencioné por su breve dedicatoria, unificadora y carente de rencor, comprendiendo que los seres humanos están por encima de los bandos y de las responsabilidades de sus dirigentes, una especie de conjuro para superar un error de la Historia; es envidiable que Europa haya pasado página a dos tremendas guerras mundiales, y aquí aún estemos sacando en procesión a los demonios y miserias que llevaron a nuestros abuelos al fratricidio. Me pregunto cuántos monumentos hay en España que digan “A (TODOS) los Caídos (en la Guerra Civil)”, una tumba única donde honrar a la generación que se desangró, que nos proteja contra el olvido de su fracaso, …que nos haga reflexionar sobre nosotros mismos y el germen dañino del odio.
Saludos.
Emilio
Gracias por esta artículo….pensé que ya nadie razonaba o que éste país tiene una pandémia de falta de memoria. Jamás entenderé la estupidez de algunos en mantener las dos Españas enfrentadas. A ciertos políticos les interesa. Pero cuando los españoles dejaremos de ser manipulables por estos impresentables?.Por que hay muertos de primera con monumentos y «sus nombres»? y hay otros de 2º….sin tan siquiera un nombre?…los muertos son españoles que lucharon por nuestro país «TODOS».No solo es inhumano, irracional es rancio. Y de la derecha me lo espero , pero de los q se llaman de izquierda y no han hecho nada….es más preocupante. No habrá nunca una democracia en este pais hasta q estos mentecatos dejen de jugar con nosotros «el pueblo» seamos de donde seamos y pensemos como pensemos.tenemos q decir «BASTA» y solo lo podemos decir nosotros el pueblo…»hartos estamos». Felicidades por el artículo Angeles.
Ángeles Arencibia
Muchas gracias Emilio.
UNo
Pienso que ha sido el señor ZP el que ha reavivado las dos Españas. Ha sido él el que ha exacerbado a los ciudadanos, volviendo a enfrentarlos como ya hizo el Psoe entre 1932 y 1936. Ha sido él el que ha comparado la muerte de su abuelo en una guerra civil, con un atentado terrorista de los bastardos de ETA. Ha sido ZP, presidente de todos los españoles, el que ha asistido al cumpleaños de Carrillo en donde el señor Peces Barba dijo que allí estaban los «buenos». Ha sido él el que se ha sacado lo de la memoria histórica, la suya por supuesto, cuando ya, desde hacía años cualquiera que quisiese podía buscar a sus familiares caídos en la Guerra Civil. Y claro, cuando se actúa así, de esta forma tan partidista y sectaria, es normal que los del otro bando resuellen.
A mi mi abuelo me decía que la República era incapaz de mantener el orden público y que todos los días aparecía gente asesinada en las arenas que había detrás del Estadio Insular.
Ángeles Arencibia
UNo pregunta a las asociaciones de la memoria histórica si es verdad que cualquiera puede buscar a sus desaparecidos de la guerra.
UNo
No sé Ángeles, sigo pensando que hay más de propaganda, de interés en re-escribir la Historia a conveniencia que de otra cosa.
Copio parte de un artículo publicado en ElCultural.es con Joaquín Leguina de por medio en noviembre de 2010.
Precisamente, esta norma, (se refiere a la Ley de Amnistía) a juicio de Leguina, hace “innecesaria” la Ley de Memoria Histórica promulgada bajo el gobierno de Zapatero. “Esta ley es un camello, que es un caballo hecho por una comisión, al que le sale la joroba de un impulso revanchista”, explica Leguina. “Todas las víctimas tienen derecho a enterrar decentemente a sus muertos, pero eso ya se podía hacer antes de esta ley”. El caso de Lorca lo cita como paradigma del “disparate”. “Su familia dijo que no quería que exhumaran sus restos y utilizaron el subterfugio de buscar a los familiares de otras víctimas que enterraron junto a él para iniciar las excavaciones. Cuando no encontraron ningún resto humano, acusaron a los familiares de que habían llegado a un acuerdo con Franco para sacarlo de allí. O sea, encima de cornudos, apaleados”.