La ultracomunicación provoca situaciones chuscas. A mí me pasa con el WhatsApp. Es tan práctico, tan rápido, tan eficiente que a veces tiene efectos perversos.
Hace un par de días le pregunté a mi hija adolescente si tenía ya la foto del muerto y al redactor encargado del tema, que dedicara la tarde a estudiar.
El redactor me contestó que hacia mucho tiempo que había acabado la carrera y a mi hija no le dio un soponcio porque conoce a su madre.
Suele pasarme a menudo, cruzo las conversaciones. Son las prisas.
Soy tan impaciente que quiero que el mensaje llegue antes de escribirlo. Me pregunto si la telepatía será alguna vez una realidad.
La velocidad es un signo de los tiempos. Nos falta sosiego para muchas cosas, sobre todo para disfrutar de este preciso momento.
Achacaba mis equivocaciones con el wasap a la presbicia, pero parece que son más habituales de lo que creía.
Lo sé porque saqué este tema hace unos días en una reunión y un amigo contó, muerto de risa, que le había pasado algo parecido con un mensaje de amor dirigido a su novio. Envió un rotundo «te quiero» a un compañero de trabajo y lo dejó absolutamente descolocado.
Demasiada comunicación
Publicado en: en primera persona
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Cuinpar
Ay, Ángeles, eso es mal de muchos. Y menos mal que el whatsApp es gratis, porque cuando todo era con sms yo me dejaba el saldo a base de desmentidos…
Ángeles Arencibia
Jajá, lo tuyo es genial Cuinpar.