El «coñazo de desfile» de Rajoy el último gran éxito de la escena patria da sus últimos estertores a la espera de que otra nueva chorrada acabe por hundirlo en el olvido. Sobre el «coñazo» he leído y escuchado multitud de opiniones que, con matices, pendulan entre las solidarias, que aceptan como buena la apreciación del líder popular; las intransigentes, que subrayan la hipocresía que delatan, y las disconformes, que no sólo niegan que un desfile de estas características sea un coñazo, sino que además subrayan que para muchos se trata de un acontecimiento de tremendo significado.
Nada es totalmente blanco ni totalmente negro, todo tiene sus matices. Dos frases robadas gracias a un micrófono no deberían servir, en teoría, para retratar al que las pronuncia, pero -ahí vienen los matices- todo depende de quién, cómo, dónde y cuándo las pronuncie.
¿Hubiera producido la misma conmoción si la cazada hubiera sido Belén Esteban hablando bien por lo bajini de Jesulín y su familia? Ja, ja… Sin duda que el descubrimiento de la doble cara de la friki-tertuliana hubiera indignado a muchos de sus seguidores, pero obviamente no es lo mismo descubrirlo en esta chica de barrio ascendida a los altares de la cutretelevisión que en el señor que aspira a gobernar el país.
Doble cara, supongo, tenemos todos. Algunos tienen tres, cuatro o mil quinientas veintisiete. Rajoy no ha inventado la hipocresía, pero la anécdota me lleva a preguntarme cuántas decisiones tomamos -el voto, por ejemplo-, guiados por apariencias y no por realidades, cuántas mentiras -además de la respuesta de Dylan-flotan en el aire.
Mentiras en el aire
Publicado en: actualidad
1
antonieta patateta
Ahora a la hipocresía se le llama flexibilidad, todo depende de lo que interese en cada momento.