Un desastre en la cocina

Intentaba hacer un queque o bizcocho, pero la cosa se complicó.
He hecho muchos, siempre con la misma receta del vasito de yogur. Como tengo tanto éxito con mis queques y se acaban tan rápidamente, en esta ocasión decidí doblar los ingredientes y aumentar la producción. No pensé que esta idea me trajera complicaciones.
Al final de la operación, con mis tres moldes por fin en el horno, mi cocina parecía el plató de «El Guateque» …

… sólo que en lugar de espuma de jabón había azúcar, harina, masa y cáscaras de huevos repartidos por varios sitios. No diré que la imagen era dantesca, para no exagerar, pero algo asustaba.
Lo que parecía un rato de felicidad doméstica acabó siendo un descalabro. Al final yo no tenía el plácido semblante de un ama de casa de una película de Doris Day,

sino el del malo de Los Inmortales justo antes de que Lambert le corte la cabeza.

Empecé con orden y limpieza pero pronto todo comenzó a torcerse. El bol que siempre había usado para mezclar los ingredientes de mi famoso queque de limón se quedó pequeño a la mitad del proceso No pensé en esta consecuencia al doblar la producción.
Cuando ya había echado los dos yogures, los dos vasitos de aceite de oliva, los seis de azúcar y dos de harina… me di cuenta de que por ese camino no llegábamos a ningún lado. Empezaba a desbordarse..
Recurrí a otro recipiente mayor, el que tengo -o tenía- para centrifugar la lechuga.
Transvasar la mezcla no fue una experiencia agradable. Como aún no había sido batida, el azúcar había formado un ladrillo en el fondo: Me costó despegarlo. Continué con el proceso, pero ya me había puesto nerviosa.
Casqué los ocho huevos, busqué los sobres de levadura -fallo, sólo quedaba uno- y cogí dos limones para rallarlos y exprimirlos. A estas alturas todo estaba pringoso.
Enchufé la batidora. La metí en la masa, la puse en marcha y escuché un ¡crack! Me sobresalté; pronto comprendí que el golpe lo había producido el choque de las cuchillas de la batidora con una protuberancia interior de mi antigua centrifugadora (donde se apoya la cesta que gira con la lechuga dentro).
No le di importancia y continué mi trabajo.
Unté los moldes con mantequilla y al darme la vuelta para coger el recipiente con la mezcla: ¡Horror! ¡La mezcla se estaba saliendo por el fondo!
Fue uno de esos momentos en los que hubiera querido tener otra mano más. Pero no la tengo y salí como pude del brete. Limpiar la cocina llevó su tiempo.
Al final una de mis hijas encontró el cachito de plástico que había roto la batidora en un bocado y hubo desayuno para varios días, pero yo me quedé pensando si había valido la pena doblar la producción.

4 Comentarios

  1. ELIA
    | Responder

    ¡¡¡Que divertido !!!!!
    No sabia yo que te diera por hacer bizcochitos variados .
    Debio de ser muy divertida la secuencia de la TERRIBLE MASA ,saliendo por el fondo del cacharro y embadurnado todo de pringue ……………jo,jo,jo .

  2. Sergio Naranjo
    | Responder

    ¡Qué bueno, Angelines! De verdad de Dios que me he estado riendo un buen rato. No se puede estar en misa y repicando, y hacer un trabajo como el tuyo, un post en el blog, como este, y un queque de grandes proporciones es imposible.
    Si te sirve de consuelo, yo recordé ahora aquella vez que en el 85, el personal de la Estación del El Picacho estuvo comiendo churros una semana, gracias a que servidor se puso a hacerlos para una mañana.
    Fui expulsado de la cocina por petición unánime de toda la dotación al comandante de la base.
    En mi caso, el saber popular me precede…
    Saludines.

  3. Gracias Sergio. Yo también me río con tus churros.

  4. Divertida y pringosa Elia. Ahora estoy probando con el micro.

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