Las majaderas

Publicado en: historias 2

Ella quería casar bien a la niña. Nada de empleadillos de medio pelo. La niña tenia que salir del barrio y vivir una buena vida. No como la suya, tan cutre, tan con olor a rancio.Tenía que salir de ese bloque de pisos lleno de enormes bragas tendidas. No es que las vecinas no lavaran otras prendas; en realidad lo de las bragas era testimonial en un abigarrado muestrario de sábanas, calcetines, paños de cocina, pantalones, camisas, camisetas, calzoncillos …


ropa3.jpgPero a ella le disgustaban de una manera rotunda, porque había convertido las enormes bragas de Mari la del tercero, que tenía un culo muy grande y le gustaba tapárselo bien, en la metáfora de su propio fracaso.
No era una cuestión de tener -podía tener de todo, modesto, pero de todo-, era una cuestión de querer. Y como siempre quiso más, pues no era una mujer feliz.
«Por Dios, qué cutre es la Mari», le decía a su hija al volver de la clase de piano, cuando, desde la carretera, veía a lo lejos las dos bragas de la del tercero, meneándose, divertidas, al compás de la ventolera.
La niña había heredado toda la estupidez de la madre. No era congénita, yo diría más bien que era inducida, pero no de una manera sútil, sino como alimentan a las ocas que van a usar para hacer foie gras, con un tubo por la garganta y empujando la comida con un palo.
A resultas del eficaz lavado de cerebro, la pequeña majadera estaba convencida de que provenía de una distinguida familia venida a menos, aunque sólo de forma momentánea y en buena media por culpa del tolete de su padre.
La insulsa heredera iba a clases de piano, aunque no tenía piano ni sitio donde ponerlo. Iba vestida de boutique infantil y visitaba a menudo la peluquería del barrio. Tenía hasta tacones, unos zapatitos inverosímiles que su madre había comprado en una tienda muy fashion y muy hortera,
A cambio de tanto lujo, en aquella casa de gente tan distinguida no se comía más que caldo de papas y papas con caldo. «Había que casar bien a la niña», decía la doña a su media sandía. «Ya me darás las gracias», le repetía día sí y día también.
La niña, claro, era tonta, tanto como su madre y, también como ella, miraba a los demás por encima del hombro. Majadera y majaderita eran famosas en el barrio. Las llamaban las marquesonas. Y se reían de ellas.
Pero ellas, a lo suyo. Pasaron los años y el príncipe azul que iba a redimirlas de su cutre condición, no acababa de llegar. Algún pretrendiente tuvo la niña, pero pronto ponían pies en polvorosa cuando empezaban a intuir de qué iba la movida. Otras veces era al contrario, eran ellas las que descartaban al pobre imbecil que mostraba interés por la niña, cuando olían que dinero, lo que se dice dinero, no tenía el gaznápiro.
El padre murió de aburrimiento o tal vez de un caldopapismo agudo. La madre también, ley de vida, aunque no sin hacer prometer a su heredera, desde su lecho de muerte y con gran pompa y ceremonia, que no se casaría con cualquiera.
calcetin.jpgHoy la pequeña majadera sigue siendo tan majadera, pero ya no es pequeña. Pasa de los sesenta y vive triste y sola en el piso que fue de sus padres. Tiene dos bragas y las seca al sol con muchísisma distinción.
(Pies de foto: Clarita y Kevinrosseel /Morguefile)

2 Comentarios

  1. La mari
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    ¿Mas de sesenta años, triste y sola y con las bragas al sol?.Temazo humano, Mari. Nada, que he leido lo que le escrtibiste a Rafael, el fotógrafo, y me acordé de una legión de periodistas que trabajaron con alguien que murió hace unos dias. Juan de Juan, el fotógrafo que captó la imágen de Onasis en la bahía canaria, con la Kennedy.¿Le recuerda, Ángeles?. Era un ingenuo. Se de una colega tuya que se lo llevó para hacer un reportaje en La Aldea, cerquita, vamos, y cuando ya tenía al pesonaje delante, posando y todo, Juan lo miró y le dijo:»¡ay!.. no tengo rollo…me olvidé de ponerlo». Eran otros tiempo. Descanse es paz.(¿Recuerdas cuando se tiñó el pelo de negro y se lo rizó?…¡Jo!. Era más que feliz que Aznar con la crisis del PP…).

  2. Ángeles Arencibia
    | Responder

    Hola Mari: Pues claro que me acuerdo de Juan de Juan. Era un hombre muy peculiar. Siento su muerte. Un abrazo con bolero para tí.

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