Un huevo, una castaña y un helicóptero

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Esta mañana en una conversación familiar, mi marido usó la comparación «como un huevo a una castaña», lo que dio pie a otro capítulo sobre su significado. Cada uno de los cuatros dio su versión sobre el asunto, hasta que mi hija pequeña cerró el capítulo con una frase lapidaria muy propia de sus ocho años: «Tambien se puede decir que se parece como un huevo a una castaña o a un helicóptero».


huevo,jpg.jpgEstábamos en una parque y eran alrededor de las nueve de la mañana. Seguíamos enfrascados en nuestra tertulia, cuando yo, por el rabillo del ojo, ví una sombra que se levantaba de un banco situado a unos metros. Era un mendigo de antes -lo que ahora llamamos un «sin techo»- en estado puro. Iba sucio, vestido con harapos y caminaba con dificultad.
Seguimos nuestra rutina: Las niñas subieron a la guagua escolar que las lleva a clase de inglés los sábados, mi marido se marchó con la bici y yo también me fuí a hacer algo de deporte.
Iba caminando y pensando en el mendigo y en su condición de ser invisible, una denuncia que creo que he oído más de una vez a responsables de Cáritas.
En esta sociedad nuestra, donde la mayoría comemos todos los días tres veces al día o más, vestimos mas o menos a la moda y no tenemos, en general, grandes problemas si los comparamos con los que arrastran otras sociedades, pensé que el único lugar para el heroísmo está en aquellos que se dejan la piel por personas como la que yo vi esta mañana. Voluntarios que trabajan con gente sin hogar, con inmigrantes que llegan en patera o que regalan sus horas a personas enfermas.
Los pensamientos circulan a veces por meandros insospechados y uno no sabe nunca a dónde le va a llevar su imaginación. Así estaba yo, enfrascada en mis pensamientos, mientras caminada hacia el lugar de la cita para echar un partidillo de padel y, no sé cómo, pero hilé el heroismo de los que se ocupan de seres invisibles como el mendigo de esta mañana con un comentario que me había hecho una amiga algunos días atrás.
Me contó que le habían contado que en algunos colegios de Canarias, algún profesor se había planteado seriamente si continuar secundando las próximas jornadas de huelga que han convocado los sindicatos. La reivindicación viene del curso pasado y amenaza con saltar al que viene: quieren que la Administración pague a los docentes lo mismo que cobran los funcionarios de su nivel.
Lo que me contaron es que algunos se plantean no hacer más huelgas tras haber comprobado que hay colegas que se muestran muy reivindicativos los días previos sólo para conseguir que las madres no manden a sus hijos a clase. Después, en el día de autos, van a colegio a su hora y se pasan el día leyendo el periódico. Así logran que no les descuenten la jornada de paro. Los listillos de siempre, que hay en todas partes.
Y entonces pensé en la distancia entre estos y los que batallan por personas como la que yo ví esta mañana en el parque, y concluí que unos y otros se parecen «como una castaña a un huevo y a un helicóptero».
(foto: dmscs/Morguefile)

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