Mi madre usaba esta expresión muy a menudo. «En todos sitios cuecen habas», decía cuando ocurría algo a otra persona o en otro sitio que hasta entonces creíamos que era una peculiaridad nuestra, algo así como un endemismo familiar, aunque, en realidad, la expresión tiene muchas más utilidades y aplicaciones.
Hoy me acordé de ella por un trozo de conversación que cacé el otro día. A veces cuando caminas por calles concurridas lo haces entre gente, pero también entre conversaciones. Los blablablá llenan el ambiente y van de acá para allá.
En una de estas ocasiones, en la que me abría paso entre conversaciones ajenas que llenaban el aire , una de ellas tuvo la habilidad de quedárseme enganchada, como una pompa de jabón que no acaba de despegarse del aro que la forma.
Se me quedó prendida y no pude evitarlo: la escuché.
Ocurrió así:
Delante de mí a unos pocos metros, una pareja mayor, de unos 70 diría yo, se había parado en la acera para saludar a otro caballero.
De lejos me pareció un encuentro de buenos amigos o, incluso, de seres queridos que se quieren.
Cuando llegué a su altura el grupo se había deshecho, y como yo caminaba con más brío, adelanté por la derecha al matrimonio. En ese tris se me quedaron prendidas dos frases.
-…»la verda es que no sé quién es», decía el caballero.
-…»pues a mí ¡me ha dado hasta un beso! y dice que se alegra mucho de verme, ¿quién será?», se preguntaba su señora esposa.
Mi padre tiene un truco para estos casos. Cuando alguien le saluda con efusividad y no tiene ni la más remota idea de quién se trata, contesta: «Dime, ¿cuánto tiempo hace que no nos vemos?» Lo normal es que el otro cuente algo que dé un poco de luz sobre el misterio.
Se lo he visto hacer y funciona.
En todos sitios cuecen habas
Publicado en: en primera persona
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ELIA
¡¡¡Que bueno , Angelitas !!!!! lo voy a copiar ……
Ángeles Arencibia
A mi padre, claro.