«No te tires que hay cristales», le advirtió la becaria al entonces responsable de documentación en un medio de comunicación. Fue hace unos 20 años y yo estaba presente. La frase fue saludada con una ji,ji,ja.ja. je,je … de algunos de los varones que asistieron a la escena: «¡Qué graciosa la becaria, je, je, je! ¡Fulanito, te ha plancha’o planchao!»
Con su ingeniosa frase, la becaria logró cortar en seco un acercamiento pegajoso, digamos, del aquel señor. No tenía mala intención. ¡No, por Dios!. Sólo pretendía hacer la gracia, ser graciosillo… Ya saben, sin ninguna mala intención.
Esta anécdota me vino a la memoria este miércoles mientras iba en el coche camino del trabajo escuchando una tertulia en la radio. Todos los participantes eran hombres y comentaban el asunto de los escoltas del ex ministro de Justicia.
Los contertulios exponían argumentos razonables con los que se podía estar o no de acuerdo, pero eran interesantes. Uno fue especialmente aplaudido por sus compañeros cuando dijo que llevar escoltas no era algo deseable sino más bien una condena. A continuación, otro, no sabría decir cuál, la pifió estrepitósamente: «A mi no me importaría si fueran jovencitas de 23 años, ja, ja, ja».
La ocurrencia fue saludada con risas -jua, jua, jua-, alguna llamada al orden, más comentarios sobre lo que a uno de ellos le gustaban las jovencitas y otros de similar pelaje.
La típica bromita machista de toda la vida. Inofensiva, simple, generalmente aceptada y superficial.
Entre ambos episodios – el de la becaria y la tertulia-, surgió este tema en una conversación casual con una compañera de trabajo. Somos de distintas generaciones -ella es más joven que yo-, pero coincidimos en concluir que existe un tipo de hombre -generalmente maduro-, que te mira al pecho en lugar de a la cara cuando te habla, te trata con indulgencia -qué rica- y acostumbra a ser un sobón -o lo intenta-.
Hay tipos, subtipos y representantes más o menos puros o adulterados de una forma de ir por la vida que tuvo su época de esplendor en aquellas viejas películas de Pajares y Esteso, y que después se ha ido diluyendo hasta resistir en forma de tics, bromitas y chistes como el de aquel al que le preguntan por la mujer y dice -en broma pero que muy en broma-, que no ha podido venir porque le acaba de arrear una par de guantazos . Y los presentes se ríen o se ven obligados a reirse.
Esther
Bueno, si ese especímen de hombre se acabara con su generación, podríamos respirar aliviadas. El problema es que dejan herederos, esos jóvenes que, ante una agresión verbal donde las haya, te miran con cara de asombro y te preguntan que por qué te lo tomas así, que si tienes la regla. Vaya cruz, oiga 😛
laura
El caso es que muchas veces es la mujer la propia interesada en ser , en ocasiones machista o no, algunas eligen, si no asombresen, http://WWW.CATALOGODESEMENTALES.COM, un hecho real, es el claro ejemplo de quien tiene la culpa de algunas de estas cosas: las proias mujeres. Saludos.