El apasionado debate del pipi-can

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Este domingo en la playa de Las Canteras, en medio de la arena seca, a la altura del hotel Cristina, muy cerca de unas de las duchas fue hallada una gran cagarruta. Estaba formada por tres piezas de tamaño grande, entrecuzadas como si fueran espárragos y hubieran sido emplatados por un cocinero de los que dan clases en la tele. Lo sé de primera mano, porque el hallazgo lo hice yo.


dog.jpgLástima de foto, pero la arena ardía y yo iba descalza. Aquél gran pastelón -el primero que me encuentro en 43 años en la arena de mis Canteras del alma, es verdad-, vino a iluminarme y a mostrarme la gravedad de un asunto que estos días se debate en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria: ¿Deben los perros poder pasear por el paseo -valga la redundancia- de la playa? ¿Ensucian los perros la ciudad? ¿Son ellos los culpables o lo son sus amos? ¿Lo soy yo? ¿Recogen los amos todas los excrementos o sólo lo hacen cuando hay alguien mirando?
Tales disquisiciones me han traído de cabeza desde ese domingo aciago en que casi piso con mi pie derecho y descalzo la gran boñiga. ¿De dónde vino? ¿Se trataba en realidad de un ardid para desprestigiar la campaña de los que piden poder pasear a sus animales por el paseo- valga la redundancia- de la playa?
Busqué documentación, un trabajo antes bastante sacrificado que ahora se resuelve con un par de clicks. Después de varios intentos fallidos, di con la palabra clave: pipí-can. Introducirla en Google y salir una retahila de informaciones periodísticas sobre el peliagudo asunto fue todo uno.
Enlazaré algunos de mis hallazgos: Más pipi-can y zonas de juegos titula el levantino Las Provincias; Sada regulará la posesión de perros e instalará varios pipi.can, informa la página de un municipio gallego. También ha sido objeto de debate en pataleta.net, una web catalana, creo; la Asociación de Vecinos de Colmenar Alto trata el asunto, y en lavozdecádiz.es, por terminar de dar la vuelta a la Península, ya se habla de pegatinas para promocionar el artilugio.
Concluyo que estamos ante un problema, si no universal, sí nacional. Debe ser el precio del bienestar. No recuerdo que en la India, a donde tuve el placer de viajar hace ¡17 años ya! se hablara sobre este asunto. Ví perros, pero mayormente iban sin amo, estaban bastante flacos y seguramente estaban llenos de pulgas, que los refranes no mienten.
Toda la polémica se reduce en el fondo y en la superficie -más bien esto último- a una cuestión de olores, colores y texturas. Porque la textura también es importante: si hubiera pisado aquel pedazo de detrito de perro el domingo en la playa, seguro que lo habría notado. Además iba corriendo porque la arena me quemaba las plantas, con lo que pisaba con más ímpetu de lo habitual. ¡Aggg!
Es evidente -mi tono me delata-, que no tengo perrito que me ladre, aún así soy capaz de apreciar si un can es alegre, juguetón, elegante, bien plantado, cariñoso o se parece a su amo. No me pasa lo mismo, sin embargo, con las deposiciones caninas, sean éstas sólidas, líquidas o gaseosas. Vengan de quien vengan y estén donde estén. Lo que no quiero para la puerta de mi casa, tampoco lo quiero para el paseo. Lamentablemente, en la puerta de mi casa me tengo que aguantar, San Jerónimo quiera que en el paseo no.
(Pie de foto: El perro está de espaldas para preservar su intimidad.
Paulabflat/ Morguefile)

7 Comentarios

  1. Esther
    | Responder

    En qué berenjenales te metes, Ángeles 😉
    Claro que es desagradable encontrarse una plasta en la calle, en la playa… donde sea. Recuerdo madres bajándoles los pantalones en plena calle a sus retoños y poniéndolos a cagar sin pudor ninguno en la acera. Y sin recoger el resultado. También se de casos de papás enterrando pañales cagados en la arena de Las Canteras, después de cambiar al bebé de turno. Y el pañal no es biodegradable.
    El problema, tanto del niño, como del perro, como de cualquier otra acción vandálica, es el tutor o persona responsable. La Ley debería aplicarse a estas personas que permiten que el niño o el perro cague. Pero no vamos a dejarnos a los niños ni a los perros en casa, lo que debemos dejarnos en casa es la falta de educación.
    En fin, Ángeles, como sabes, tengo cuatro perros y no tengo niños, pero creo que la convivencia es posible, con unas mínimas normas de cortesía… para todos.

  2. Ángeles Arencibia
    | Responder

    Esther: No sabía que tuvieras cuatro perros. Ni que haya quien entierre pañales en la arena -qué fuerte-. Es lo que tu dices: una cuestión de educación. Pero debe ser que hay poca, porque ves pises de perro por muchas esquinas, -no voy a decir que en todas-, y como aquí llueve poco, pues quedan los restos per secula seculorum…

  3. Coincido con Esther…. y no por haber tenido perro.
    El problema radica en la ética y la educación de l@s dueñ@s. Y sí.. también me he encontrado en Las Canteras a la altura de la Playa Chica y de la calle Kant, en diversas ocasiones, pañales, compresas y hasta calzoncillos semienterrados.
    Por no decir los eternos rastros de alivio de vegija que adornan las fachadas de todas las viviendas cercanas a sitios de salidas nocturnas (y no me refiero a la de los perros).
    El problema es la falta de espacios dedicados a dichas labores. En Escaleritas, en la zona del Pepe , instalaron hace años un espacio para que los que quisieran lo usaran para que sus animales hicieran sus necesidades. El resultado: una zona abandonada y repleta de jeringuillas y preservativos.
    Me pregunto yo, ¿por qué no se debate acerca de si los niños pueden hacer o no sus necesidades en la arena y sí los animales? Y además, que por una minoría los canes no puedan pasear POR LA AVENIDA me parece extralimitarse.

  4. Ángeles Arencibia
    | Responder

    Sergio: Yo creo que todo eso está debatido. No pueden. Ahora el debate son los perros. Yo sé que tu no habrías permitido que Rufo (se llamaba así ¿no?) dejara sus recuerdos por ahí. Pero me temo que hay mucha gente a la que le da igual. Y ahí es donde entro yo. No me fío.

  5. A ver… desconsiderad@s hay en todas partes, y no por eso se prohíben libertades comunes.
    Por ejemplo, hay niños que hacen sus necesidades en la arena.. ¿se les prohíbe el acceso a la playa? No.
    El caso es que, efectivamente, la mala educación de algunos pocos no creo que sea suficiente para coartar la libertad de unos muchos. Y es que no estamos hablando de que los perros puedan pasear por la playa, SINO POR LA AVENIDA.
    Me podría parecer bien que siguiera prohibido el acceso de las mascotas a la playa, por higiene (aunque más quisieran muchos humanos estar la mitad de limpios y ser la mitad de educados que la mayoría de los canes)…. pero que se prohíba el paseo de los canes POR LA AVENIDA si no van amarrados… me parece un poco exagerado.
    Por cierto, se me acaba de ocurrir, la prohibición del acceso de los canes a la playa tendrá excepciones, ¿no? espero que al menos los perros guía sí puedan acceder… lo cierto es que lo desconozco; me parece lógico que sí puedan pero lo cierto es que nunca he visto uno en Las Canteras.

  6. Ángeles Arencibia
    | Responder

    Sergio: Me niego a comparar niños con perros.

  7. Ángeles Arencibia
    | Responder

    Sergio, matizo: alguno habrá comparable. Hay perros muy humanos. Pero sabes, nadie me contesta al problema del pipí. Creo que es difícil controlarlo. ¿Es así?

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