
Ya he hablado aquí de la apertura de la nueva sede de la Fundación Juan Negrín en Las Palmas de Gran Canaria. El antiguo edificio de la Caja de Reclutas donde se tallaron para hacer la mili hombres que hoy son abuelos acoge desde diciembre el Archivo Negrín, cuyo corazón son documentos originales del gobierno de la República en los años trágicos de la guerra y del exilio.
Carmen Negrín, nieta de don Juan y depositaria del legado, ha reiterado en multitud de ocasiones que su afán es la transparencia, que se investigue, que se haga la luz.
Esta mañana en la página de Facebook de la Fundación he visto un comentario que me ha recordado a otro que hizo alguien en tono jocoso hace unos días en una de estas conversaciones sobre la apertura. El comentarista de Facebook pregunta cuándo se mostrarán los archivos de la Fundación Franco para saber la verdad “sobre el oro de Berlín y de Roma”.
Es cierto, mientras la nieta de don Juan abren baúles y carpetas y expone al mundo lo que el abuelo guardó durante tantos años, en el otro lado de la historia (en todos los sentidos) se insiste en las soflamas, pero no se habla de hechos.
El tiempo ha dado la razón a don Juan y sus resistencia ha triunfado. La resistencia son estas estas cajas y en estos baúles en los que han viajado hasta Gran Canaria preciosos documentos originales de hace 75 años.
Y así la Fundación Juan Negrín enseña papeles sin temor al juicio de la Historia, como predijo el in memoriam que publicó The New York Times al anunciar su muerte en 1956).
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