Para algunas personas, la redacción de un medio de comunicación es el último asidero cuando hay un problema y han fallado todas las otras salidas posibles.
Cuando ni el alcalde ni el juez ni la consejera dan la respuesta deseada, se acude al periodista. A ver si contándolo, uno consigue que le hagan caso y si no por lo menos se desahoga.
A otros jamás se les ocurriría llamar a un periodista, así se estuvieran muriendo. Y para una minoría nada desdeñable siempre es la primera opción. Muchos noticiones salen de estas conversaciones. Otras veces el gozo queda en un pozo.
Esta conversación es una de tantas entre un lector y un periodista.
(Lector) -Mire, yo lo que quiero es contar mi caso.
-Pues usted dirá.
-Es que ya hablé el otro día con una señorita …
-¿Recuerda el nombre?
-Pues no; Alicia, me parece.
-No hay ninguna Alicia..
-Mire es que quedó en llamarme.
-¡Ah! Ya me acuerdo. Fulanita habló con usted. Ella quedó en consultarlo con su abogado.
-Sí, sí.. pero ese abogado ya no…
-Por eso no contestaba…
-Tengo otro. Le doy otro número.
-Bueno, yo lo apunto y si eso se lo paso a ella….
-Es que quería llamar también a Canal … ¿Tiene el teléfono?
-Oiga, no haga eso. Mi compañera está trabajando en su caso, no le dé la historia a otro medio.
-Es porque sufro de depresión.
-Ah, bueno.
antonieta patateta
Dura vida la de los periodistas, ¡pero como te envidio! besos
Ángeles Arencibia
Para algunos sí que es dura.