Hace unas semanas, buscando algo que leer en la libreria de mi casa, me detuve en el estante de Gabriel García Marquez -creo que si no lo tenemos todo, poco nos falta-, y reparé que aún no había leído El amor en los tiempos del cólera. Acababa de ver la película que interpreta Javier Bardem, pero el libro original no lo había leido. Y empecé a salivar en el sentido metafórico del término.
Hay veces que empezamos un libro con tan buen pie, que lo abrimos con el mismo apetito con el que atacamos un plato que nos gusta mucho.
Así me enfrenté yo a Juvenal Urbino, Florentino Ariza y Fermina Daza. ¡Y vaya si lo disfruté!
De los tiempos del cólera salté al Relato de un náufrago, un clásico del reportaje periodístico, y de aquí, a Vivir para contarlo, que en este caso se trata de un reencuentro por mi parte.
Sigo salivando, porque me quedan muchos libros de Gabriel García Márquez por releer y, en algún caso, por descubrir, capítulos de un largo romance que comenzó con La hojarasca en 8º de EGB, gracias a la profesora de literatura que tuve en las Dominicas.
Es una suerte, porque hay veces que estás leyendo un libro que te cautiva y estás disfrutando, pero, desde que ves que el final está próximo, empiezas a sufrir pensando en qué demonios vas a hacer después.
Y cuando no tengo nada entre manos, ¡qué impotencia!
Voy a la librería y la reviso otra vez, por si, desde el último repaso, ha ocurrido el milagro y el Ratoncito Pérez, que tanto viene por mi casa, o alguien similar ha dejado en el estante algun volumen que me atrape. Después, como una adicta en busca de su dósis, me dirijo a mi marido y le pregunto que si tiene algo….
Pero no esta noche, ni mañana ni pasado… Que me queda mucho Gabriel por delante.
Casualmente, esta época tan garcíamarqueziana mía –que no hubiera sido posible sin Javier Bardem y su Florentino Ariza- coincide en el tiempo con un ciclo de cine y conferencias y una exposición fotobiográfica sobre el escritor, que organiza el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria y que suena muy apetecible.
Loreto
Qué deleite releer una y otra vez «El amor en los tiempos del cólera»… Puro placer, desde las almendras amargas del comienzo a la evocadora frase final. Me resisto a ver la película para no traicionar el universo de Juvenal,Fermina y Florentino que habita en mi imaginación. Ahora tengo entre manos lo último de Hans Magnus Enzensberger, que ha vuelto a la novela despues de treinta años. Se titula «Josefine y yo» (Anagrama), lo recomiendo.
Ángeles Arencibia
Loreto, tomo nota de tu sugerencia, aunque tardaré un poco. Y estoy de acuerdo contigo en que mejor que no veas la película, porque reduce tanto todo y se queda tan corta….