Tengo excelentes recuerdos de algunos de los profesores que tuve a lo largo de mi vida. Con algunos de ellos mantengo una relación sostenida a lo largo de muchos años sólo a base de breves saludos cuando nos encontramos por la calle o, en algún caso, por motivos profesionales.
Me enseñaron a leer, me descubrieron la literatura, la historia, el deporte, las matemáticas; algunos me ayudaron a buscar por mí misma, espolearon mi imaginación o me dieron herramientas que muchos años después me fueron útiles. Mi agradecimiento es eterno a ellos y ahora también a los profesores de mis hijas.
Estoy convencida de que es una profesión dura, fatigosa y necesariamente vocacional, pero como muchas otras. Y tan importante como la que más, pero mucho más poderosa que la mayoría como colectivo.
El tópico dice que los profesores viven como reyes, tienes muchas vacaciones, horarios estupendos y escaso control de su rendimiento. Tienen además un puesto de trabajo fijo. No dependen de un bache económico, una suspensión de pagos o del capricho del jefe (dejamos al margen a interinos y sustitutos) y tiene que hacer una muy gorda para perder el empleo.
Y como en botica, habrá de todo: cumplidores, esforzados, caraduras, ilusionados, amargados, imaginativos, preocupados, pasotas, expertos del escaqueo, exigentes, responsables y también todo lo contrario.
La educación pública no universitaria canaria vive en conflicto desde hace 14 meses, porque los profesores exigen que el Gobierno equipare su sueldo a los funcionarios del mismo nivel. El Gobierno se mantiene en sus trece y practica una política sinuosa que, mucho me temo, no conduce a nada bueno.
Mientras, algunos profesores llenan de comentarios la red con declaraciones victimistas -la educación está mal, pero la culpa es de los padres o del sistema-, ataques contra la enseñanza privada -que pasaba por allí-, y golpes de pecho universales que se pueden resumir en que el Gobierno es malo, malo, los padres no se preocupan y los alumnos son imposibles.
No todo el mundo opina en internet. La mayoría se guarda sus consideraciones para su propio coleto o para su corrillo de amigos. Las opiniones de unos pocos no retratatan a un colectivo, pero algunas contribuyen a alimentar tópicos.
Jeronimo
Suscribo 100% su comentario Sra Arencibia, nunca le privaria a un trabajador el defender sus derechos (si estos son legitimos claro) pero la forma en la que plantean el conflicto los profesores me parece deleznable, al igual que usted pienso que hay exceso de victimismo en el profesorado, cualquiera que los oiga expresarse en los terminos que lo hacen pensarian que han estado presos en Guantanamo, pienso que deberian hacer algo mas de autocritica porque como usted resalta a la hora de evaluar la situacion de la enseñanza en canarias buscan culpables fuera en vez de mirarse un poquito en el espejo (que algo de culpa tambien tendran).Yo puedo hablar como usuario que fui durante mas de 15 años y puedo decir que salvo un par de profesores que se salvan la mayoria no pasa la criba, mas de uno mostro claramente su incompetencia y la mayoria aunque competentes se mostraban claramente desmotivados, no entro a valorar las causas porque estariamos horas debatiendo pero el resultado al final seria el mismo. En conclusion, un poco mas de autocritica y menos victimismo y piensen que lo que usan para defenderse(que trabajan con niños no con papeles) se puede usar para criticar la forma que tienen de llevar el conflicto ya que esta afectando a niños no a papeles.
Antonieta Patateta
Absolutamente de acuerdo en que los profesores se les equipare a los otros fucionarios siempre y cuando partamos de la primera premisa de : todos son buenos profesionales y asumen las responsabilidades de sus cargos. Claro que para asumir las responsabilidades debidamente les ayudaría mucho haber compaginado muy bien : aptitud para la docencia con vocación profesional, claro que para haber averiguado esto quizás habría ayudado el haber tenido grandes profesores que hubieran sabido, con su conocimiento y metodología, facilitar a los estudiantes encontrar esa parcela del conocimiento que les permitiera hacer coincidir aptitud y vocación profesional. Así esos estudiantes que hubieran encontrado en la docencia su futuro desarrollo profesional, podrían ser esos grandes profesores de los que no nos podríamos olvidar.
mmeida
Muy bien centrado el debate. La educación es una tarea mancomunada en la que ningún elemento tiene derecho a arrograrse un protagonismo absoluto y aún menos achacarle todos los males al resto. Responsabilidad, vocación, dedicación y profesionalidad por todas las partes es lo único que puede ayudarnos a crecer. Eso, claro, y una acertada política, piedra angular para que todo lo demás no se vaya al traste.
Un saludo.
El de inglés
Unos se quejan de que los profesores no denunciamos los fallos del sistema, otros nos llaman victimistas porque lo hacemos. Es una situación sin salida.
‘el Gobierno es malo, malo, los padres no se preocupan y los alumnos son imposibles.’
¿Es esto? ¿Es esto su resumen de todo lo que venimos diciendo los profesores?
Ángeles Arencibia
Estimado profesor de inglés: Creo que en el mi texto achaco esas opiniones a «algunos profesores». Desde luego que no meto a todos en el mismo saco. He leído consideraciones muy diversas (algunas de ellas las comparto y otras no como le pasará a usted) en algunos de los debates que se han abierto sobre este tema en internet. Estamos debatiendo, ¿no?
Saludos